«Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido» (Mateo 18:10-11).
Menospreciar a un niño es no darle el valor que tiene. El Señor aquí nos está diciendo que por ser niño no vale menos que un adulto. Tiene un alto valor, y esto por dos motivos. El primero que se nos menciona es que tiene ángeles. Es un ser que va acompañado por ángeles, así que, ¡da te cuenta de lo importante que es! Es escoltado por ángeles que tienen acceso directo a Dios! Hoy día los políticos tienen un gran escolta, van en coches brindados, rodeados de tropas de policías. Así va el niño. El segundo motivo por el elevado valor que tiene es que Cristo vino del cielo para salvarle. Son los 2 «porques» de nuestro texto. Fíjate si tiene valor para Dios que ha enviado a su Hijo en búsqueda de él.
El texto sigue hablando de la importancia del niño. (¡Y no pierde importancia al ir madurando!) Vale tanto que el Señor emplea toda su atención en buscarle si se extravié. El texto paralelo (Lucas 15:4) nos dice que «va tras la que se perdió, ¡hasta encontrarla! Y cuanto le encuentre, tiene más gozo por éste que por otros que siempre han estado dentro del redil. Como padres nos cuesta verlo así. Nos da vergüenza contar que este es nuestro hijo que estaba perdido pero ahora ha vuelto. Pensamos que somos peores padres que los que tienen hijos que nunca han dado un problema. Al contrario de lo que dice el texto, nosotros tenemos más gozo por los que nunca se han perdido, que por el restaurado, pero la perspectiva de Dios es que hay más gozo por este, que por 99 modélicos. Lo que el Señor está prometiendo a los padres es que tendrán más gozo por este hijo que se aparta y vuelve que si nunca se hubiese apartado. Esto, en cuanto a los padres. Y en cuando al hijo que se aparta y luego vuelve se nos dice que el amará más al Señor que si nunca se hubiese apartado (Lucas 7:47). Asombroso.
Un hijo vale mucho. Y un hijo restaurado da más gozo que uno perfecto y ama más al Señor que otro que nunca ha roto el corazón de su padre. El Buen Pastor buscará el perdido hasta hallarle y luego él seguirá pegado al Pastor más nadie.
Otra consideración: ¿Hay hijos que nunca se han perdido?
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