“Escucha esto, Job; detente y considera las maravillas de Dios. ¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto, y hace resplandecer la luz de su nube? ¿Has conocido tú las diferencias de las nubes, las maravillas del Perfecto en sabiduría: ¿Extendiste tú con él los cielos, firmes como un espejo fundido?” (Job 37:14, 15, 16, 18).
Lectura: Job 37:21-24.
Eliú finaliza su discurso con una serie de preguntas retóricas cuya finalidad es dejar al pobre Job sin esperanza alguna delante de la majestuosidad de Dios. Al principio Job estaba confiado en que Dios lo defendiera, que Dios sería su abogado y defendería su causa, pero estas preguntas que le lanzan Eliú lo dejarán pequeño e insignificante delante de un Dios vastamente trascendente que no se interesaría en él. Job ha quedado como una flor marchitada bajo los poderosos rayos de un sol abrasador. El colofón con que termina Eliú su larga intervención de 165 versículos en nuestras Biblias, es decir, 6 capítulos, la más larga en el libro de Job, es simplemente esto: “(Dios) no estima a ninguno que cree en su propio corazón ser sabio” (37:24). Job, Dios no te ama. Eres un engañado, un necio sabiondo.
Eliú ha hecho muchas preguntas para que Job vea su impotencia. ¡Cuando Dios responda a Eliú le devolverá las mismas preguntas!
“Entonces respondió Jehová a Job desde un torbellino” (38:1). Todo nuestro entendimiento del libro de Job depende de cómo interpretamos esta frase. Si la entendemos como la mayoría de los comentaristas, sacamos una conclusión, y si la entendemos de otra manera, sacaremos la conclusión contraria. La que escribe se identifica con los que piensan que significa que Dios respondió a lo que Job quería saber, a las preguntas profundas de Job que estaban sacudiendo su ser. Respondió a los deseos más íntimos de Job, con compasión y amor. Interpretándolo de la otra manera, se entiende que Dios responde a Job reprendiéndole por su altanería, su audaz soberbia, y necedad para ponerlo en su lugar, colocándose al lado de sus detractores.
Humildemente creo que la interpretación que sostengo va de acuerdo con la revelación del carácter de Dios que tenemos a través de la Biblia entera. El corazón de Dios se reveló ya desde antiguo: “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jer. 29:11-13). Dios no cambia. Job lo ha buscado de todo corazón y cuando lo encontró era el Dios que buscaba. No fue defraudado. Dios no puede fallar a sus amigos. Job había dicho: “Ahora mismo tengo en los cielos un testigo; en lo alto se encuentra mi abogado. Mi intercesor es mi amigo. Y ante él me deshago en lágrimas para que interceda ante Dios en favor mío, como quien apela por su amigo” (16:19-21). Y: “He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso” (31:35). Si Dios censura a Job, lo humilla y lo acusa de pecado, ha negado su propia Palabra (Job 2:3), colocándose al lado de los tres amigos que lo han declarado hipócrita, al lado de Eliú que lo declaró en rebeldía contra Dios, y al lado de Satanás quien lo ha condenado. Daría la razón a Satanás cuando dijo que Dios no tiene a nadie que lo ame en la tierra (1:9). Y Dios se quedaría solo sin amigos. No habría valido la pena crear al hombre.
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