“Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; pero la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre. He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras” (Salmo 73:24-26, 28).
Lectura: Mat. 11:25-27.
El Señor Jesús se deleitaba en Dios. Sus caminos lo maravillaban. Disfrutaba pensando en cómo Dios obraba. Solo pensar en que Dios revela sus cosas a las personas sencillas con un corazón para Él, lo llenaba, como todo lo concerniente a Dios. Necesitamos disfrutar de lo que es Dios, y gozarnos en Él. Necesitamos “conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seamos llenos de toda la plenitud de Dios” (Ef. 3:19). Esto es lo que necesitamos. Este es el diseño de Dios para el presente.
Vivir esperando la venida del Señor:
Y, en cuanto al futuro, lo que nos ilusiona, y donde está puesta toda nuestra esperanza, es en la venida del Señor. Vivimos anhelando su venida. Es la única solución para este mundo. Nosotros podemos estar gozosos en el Señor y disfrutando de lo que tenemos en Él, pero el mundo que nos rodea va de mal en peor. Hay tanto sufrimiento. La iglesia está en mucha dificultad. En Europa está conformándose al mundo, luchando para mantener su identidad, mientras en más de cincuenta países al otro lado del mundo está sufriendo una persecución atroz, ¡pero allí está creciendo!
El Señor ha demorado su retorno hasta ahora para que más personas puedan ser salvas, pero no lo demorará para siempre. Un día, cuando menos lo pensemos, vendrá: “El día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser desechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios!” (2 Pedro 3:10-12). El plan de Dios para nosotros en este momento es que vivamos en santidad en medio de un mundo oscuro, llenos de esperanza debido a todo lo que tendremos cuando el Señor Jesús sea manifestado.
“Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz” (2 Pedro 3:13, 14). Nuestro futuro no podría ser más brillante. Y nosotros hemos de estar llenas de esperanza, con el gozo del Señor, “irreprensibles, hijos de luz sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecemos como luminares en el mundo” (Fil. 2:15). Que el Señor nos bendiga en esta misión tan importante que tenemos en medio de un mundo que tanto nos necesita.
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