“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame, y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23, 24).
Lectura: Salmo 16.
La relación con el Señor (sigue):
- Mantente libre de ansiedad.
- Mantente llena del Espíritu Santo.
Ayer hablamos acerca de cómo mantenernos libre de ansiedad. Hoy toca cómo mantenernos llenas del Espíritu. El primer tema es la protección de la invasión del mundo con sus preocupaciones, y el segundo es la búsqueda de Dios. Esta búsqueda empieza con pedir que el Espíritu Santo nos examine y que nos muestre lo que ve que nos está estorbando. Confesamos nuestros pecados y recibimos el perdón de Dios: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros” (1 Juan 1:9, 10).
Si tenemos una mente dispersa, hemos de llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo: “Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Cor. 10:4, 5).
Estudiar lo que enseña la Palabra en cuanto a tus áreas de debilidad para que puedas ser fuerte donde antes eras vulnerable. Por ejemplo; si tienes baja autoestima, estudia lo que dice la Biblia acerca de tu identidad en Cristo. Si siempre estás analizando a la gente y estudiando sus fallos, empieza a aprender a amar, a sentir compasión, a ser humilde, a buscar los puntos fuertes de los demás y felicitarlos por ellos. Otro ejemplo: Si piensas que Dios te va a dejar en la estacada, que te ha conducido a un callejón sin salida, que al final tu vida no va a contar para nada, que Dios tiene más cosas que hacer que atenderte a ti, que Dios te puede abandonar y todavía ser justo, ponte a estudiar el carácter de Dios y cómo se relaciona con el hombre. ¿Has perdido toda esperanza? ¿Vives al fondo del pozo? ¿Piensas que ninguna cosa buena te va a pasar en la vida? ¿Cuál es tu problema? Dile al Espíritu de Dios que te lo identifique, y ponte a estudiar lo que dice la Biblia al respecto.
Todos tenemos problemas básicos que impiden que estemos llenos del Espíritu Santo. Somos como cubos con una grieta en el fondo. Hay que solucionarlo. Algunas posibilidades: Complejos. Negativismo. La culpa endémica. Sensación de fracaso. Falta de fe. Un espíritu crítico. Heridas del pasado no sanadas. Indisciplina. Orgullo. Autosuficiencia. Codependencia. Mente cuadrada. Falta de temor a Dios. Falta de perdonar. Áreas de carnalidad. Impaciencia. Inseguridad. Falta de gozo en el Espíritu Santo. Hay muchas más. Para mantenerte llena del Espíritu, has de solucionarlas. Este es el proceso de santificación y plenitud en el Señor (Salmo 16.11).
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