EL DISEÑO DE DIOS (15)

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6).

Lectura: Fil. 4:6-9.

La relación con el Señor.
            La relación con el Señor se mantiene de la misma manera que se mantiene cualquier otra relación, por medio de tener contacto con la persona, en este caso, con Dios. A título personal, comparto como lo voy haciendo yo, y lo recomiendo:

  • Empezar el día cantando un himno al Señor
  • Estudiar la Biblia cada día.
  • Tener un tiempo de alabanza y oración con el marido.
  • Leer un texto y comentarlo con la hija por medio del móvil.
  • Asistir a 3 reuniones de estudio bíblico cada semana.
  • Asistir a 2 cultos cada domingo y a dos reuniones de oración cada semana.
  • Orar. Mantener la relación fluida por medio de muchas oraciones, sobre todo, siempre que surge algún imprevisto.
  • Confesar el pecado en seguida.
  • Tener amistades cristianas que sean de edificación.
  • Mantenerme en paz con todos hasta el punto de que sea posible.
  • Dar un discipulado con una vecina.
  • Servir al Señor en lo que Él permita.
  • Usar el domingo para buscar a Dios.

Esto en cuanto a la parte externa. Son hábitos sanos, pero en cuanto a nuestra relación íntima con el Señor, requiere mucha más dedicación que una simple rutina, porque el enemigo siempre está atacando nuestra conexión vital con el Señor. Hay que vigilar. Hay que estar encima siempre. Un pasaje clave que nos ayuda muchísimo es Fil. 4:6-8: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. La ansiedad siempre estorba nuestra relación de confianza en el Señor y nuestra vida de fe y descanso en Él. Estamos rodeados de una sociedad que causa ansiedad. Muchas mujeres están tomando pastillas para calmar la ansiedad. Aquí en este pasaje tenemos la receta divina para curarla:

En lugar de pensar en lo que nos preocupa, hemos de ponernos a orar. Expresa lo que te pasa. Dile al Señor lo que quieres que haga por ti. Ora, pide, suplica, y luego da gracias al Señor porque te ha oído y hará lo que haga falta. Si la espera va para largo, sigue dando gracias y dile al Señor que estás esperando en Él. Y el resultado será que se va la ansiedad y viene la paz de Dios: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. La paz de Dios guardará vuestros pensamientos, pero nosotros hemos de hacer nuestra parte, que consiste en no pensar en lo negativo, ni en lo preocupante, ni en nuestros problemas: “Por lo demás, hermanos, en las cosas buenas, “en esto pensad”, y viviremos en la paz de Dios, sin ansiedad.   

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