“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:14, 15).
Lectura: Fil. 2: 12-16.
El tema que nos va a ocupar hoy y en los días siguientes es: El diseño de Dios para la mujer en los tiempos en que vivimos. ¿Cómo ha de vivir la mujer cristiana en nuestra sociedad actual?
Para tener una perspectiva amplia de los tiempos en que vivimos vamos a tomar un paso hacia atrás y recordar cómo era España en tiempos de los abuelos. Los cambios en solo dos generaciones han sido tremendos. La familia era la base de la sociedad. Las familias eran numerosas y formaban unidades estrechamente entretejidas. Incluían a tíos, abuelos, primos y tíos abuelos. No existía el divorcio. Si se portaban mal, los hijos eran disciplinados en casa, en el colegio y en la calle por los vecinos. Había respeto a los padre y mayores. Los padres transmitían los valores.
El gobierno era franquista y formaba una unidad con la iglesia. Eran tiempos difíciles para los creyentes evangélicos. Muchos tuvieron que emigrar a las ciudades grandes para encontrar trabajo porque la iglesia del Estado ejercía su influencia en todos los aspectos de la vida, para bien o para mal. Las recomendaciones para el trabajo, los permisos para casarte o para enterrar a los muertos venían por medio del párroco.
La iglesia evangélica no era como la de ahora. Los creyentes predicaban el evangelio a todo el mundo. Por eso la gente nos llamaba “la iglesia evangelista”. Y crecía. Había cultos el domingo por la mañana, y la predicación del evangelio por la tarde. Cada semana había una reunión de mujeres, una reunión de oración, una reunión de estudio bíblico, y una reunión de jóvenes. Cada año las iglesias de la zona celebraban una semana de estudio bíblico unido. Los días festivos eran para salir al campo todos los miembros de la iglesia para pasar el día juntos en comunión, siempre con un culto al final del día. Se conocía muy bien la Biblia y había mucha relación entre los miembros de la congregación. La iglesia estaba unida y apartada del mundo. Formaba una comunidad.
Contra este trasfondo, miramos la sociedad de hoy. ¿Y cómo es? Feminista. Esto se ve hasta en los anuncios de la televisión. Dan igual rol a la mujer como al hombre hasta en los deportes. Sale el equipo de mujeres de fútbol tanto como el de hombres. Se pretende igualdad en el trabajo, en la oficina, en la política, sin discriminación. La mujer busca su lugar en el mundo, no en el hogar. Su identidad no se establece por ser madre o esposa, sino por su carrera. Todo ha de ser políticamente correcto. Se insiste en la ideología de género y la transmiten a los niños pequeños en los colegios. El resultado es una crisis de identidad en cuanto al sexo entre la juventud. Los papeles no están definidos. La familia se ha desestructurado por múltiples divorcios y el Estado asume la responsabilidad de la educación de los niños en todos los aspectos. Los políticos deciden la ética. Y Dios está fuera de la ecuación.
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