LA CONFIANZA DE JOB

“Respondió Job, y dijo, hoy también hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido. ¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo iría hasta su silla. Expondría mi causa delante de él, y llenaría mi boca de argumentos. Yo sabría lo que él me respondiese, y entendería lo que dijera. ¿Contendería conmigo con grandeza de fuerza? No; antes él me atendería. Allí el justo razonaría con él; y yo escaparía para siempre de mi juez” (Job. 23:1-7).
 
Lectura: Job 23:8-17.
 
El libro de Job, que muchos comentaristas reconocen como el libro más antiguo de la Biblia, nos enseña que hay tres protagonistas en la historia: Dios, Satanás y el ser humano. Satanás tiene una contención con Dios, quiere humillarlo y mostrarle que su creación es un fracaso, que no hay ni siquiera un hombre que lo ame. Dios señala a Job y Satanás responde que lo hace interesadamente, solo por lo que Dios le da. Su argumento es que, si le quitara todo, Job lo abandonaría, que lo maldeciría a la cara como propone su mujer. Así que el gran drama comienza para determinar si hay un ser humano que ame a Dios de verdad.
 
El diablo ha acusado a Job de falso, y sus tres amigos tienen turnos acusándolo de mentiroso, hipócrita, farsante, impío, blasfemo, enemigo de Dios. ¿Dios lo acusará también? Cuando Dios finalmente habla, ¿será para condenar a Job? ¿Dios lo acusará también? ¿Le hablará con palabras duras acusándolo de prepotente, engreído, orgulloso, ignorante y de poca entidad? Ya lo veremos. Si es así, Job está solo en el universo, sin defensa alguna contra la ira de Dios. Vamos a pensar en lo que Dios dice en este capítulo. Está respondiendo a las acusaciones amontonadas de sus tres amigos. Job desea presentar su caso delante de Dios para que Dios lo defienda. Sabe que Dios no contendería con él, sino que escucharía sus argumentos y que lo atendería. Ve a Dios como Juez justo, honesto, razonable, y como su defensor.
 
Job sabe que no está sufriendo porque Dios lo está castigando por su pecado. ¿Tú como creyente sabes lo mismo? ¿O vives atormentado por los pecados que has cometido en el pasado pensando que vas a pagar el resto de tu vida por lo que has hecho, que, aunque Cristo pagó por ti, no puedes escapar de las consecuencias? ¿O entiendes que las consecuencias son ahora para tu santificación? ¿Entiendes que las pruebas que estás pasando son para revelar lo que hay en tu corazón, para glorificar a Dios por la respuesta que tú das? Job dice: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (23:10). El creyente que ha puesto toda su confianza en lo que sabe de Dios puede decir lo mismo. Está seguro de que la gracia de Dios le acompañará en su prueba, que saldrá purificado en el horno de fuego y que al final él glorificará a Dios.
 
 Pedro dice: “Sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba, vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Ped. 1:5-7).

Copyright © 2022 Devocionales Margarita Burt, All rights reserved.