LA SANA DOCTRINA, LA BUENA PRACTICA Y EL CONOCIMIENTO DE DIOS

“El hombre morirá, y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde estará él? Como las aguas se van del mar, y el río se agota y se seca, así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo, no despertarán, ni se levantarán de su sueño” (Job 14:10-12).
 
Lectura: Job 14:13, 14, 18, 19.
 
Si examinásemos meticulosamente todo lo que dice Job en su angustia, encontramos algunos errores doctrinales. En este capítulo su teología de la muerte no es la que ahora sabemos, gracias a la enseñanza del Nuevo Testamento. En estos momentos Job no entiende la doctrina de la resurrección. Pablo dijo: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres” (1 Cor. 15:19), y Job es el caso en cuestión, obviamente, porque no tiene el evangelio de Cristo. ¡Está clamando a gritos para ello! A la medida que va progresando su sufrimiento, va recibiendo más y más luz al tener que luchar con las cuestiones importantes de la vida y de la muerte. El sufrimiento es un gran maestro. Más adelante Job llega a decir: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha este mi piel, en mi carne he de ver a Dios” (19:25, 26). Llegó muy lejos en su comprensión. Y nosotros también vamos aprendiendo mucha enseñanza bíblica debido a lo que sufrimos.
 
Con todo, como ya hemos dicho, nuestra comprensión doctrinal no es lo más importante. Cómo vivimos y como tratamos a los demás es aún más importante. Una persona que sabe mucho de la Biblia y hace daño a los demás es una contradicción en sí. En compasión Job nos da lecciones a todos. Su testimonio es: “Porque yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que carecía de ayudador. Y al corazón de la viuda yo daba alegría. Yo era ojos al ciego, y pies al cojo. A los menesterosos era padre” (29:12-16). Su vida fue ejemplar. Mostraba compasión a los que sufrían estando a su  lado para ayudarles.
 
Por importantes que sean nuestra comprensión doctrinal, y la visible aplicación de maneras prácticas de los que sabemos, aún más importante es nuestro conocimiento de Dios, de sus caminos y de su carácter. Los amigos de Job creían conocer los caminos de Dios, pero en la realidad mostraron que sus conocimientos del Altísimo eran muy limitados. Pero aún más limitado fue la buena práctica de lo que pretendían saber. Como decía Jesús a los fariseos que pensaban que su doctrina era intachable: “Misericordia quiero, y no sacrificio”, citando Oseas 6:6. Fallaban en la práctica. Más tarde el apóstol Pablo escribiría: “si no tengo amor, nada soy” (1 Cor. 13:2).
 
El conocimiento doctrinal de Job fue incompleto, su amor al prójimo fue ejemplar, pero, lo más importante, su conocimiento de Dios superaba todo. Dios dijo Elifaz al final del libro: “Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job” (42:7). Dios no comenta el conocimiento doctrinal de Job, ni su amor al prójimo, sino su conocimiento de Él. Esto es lo más importante. Como los amigos no conocían bien a Dios, no mostraban compasión al prójimo, y toda su doctrina no les aprovechaba.       

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