“De cierto, de cierto os digo; El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es” (Juan 10:1).
Lectura: Juan 10:1-9.
Los fariseos han tachado a Jesús de pecador y Él ha dicho lo mismo de ellos. Ahora Él procede a denunciarlos por ser falsos pastores del rebaño de Dios. La única manera de ser un verdadero pastor es la de pasar por Jesús. Él es la puerta: “Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas” (10:7). Uno no llega a ser pastor por graduarse en el seminario, ni por ser elegido por la congregación, ni por fundar una iglesia. No ha recibido su llamamiento del comité nominador de la iglesia, sino de Dios. Está trabajando para Dios, no para los hombres. Los verdaderos pastores han sido incorporados en Cristo; están en Él. Están totalmente identificados con Él. Han sido salvos por la fe en Él, lavados por su sangre y han recibido su Espíritu. Han sido discipulados por Él y enviados por Él. Tienen su mente y piensan como Él. Tienen su corazón: aman a las ovejas con el amor de Cristo y pondrían sus vidas por ellos, al igual que Él.
En las iglesias cristianas del mundo hay muchos salteadores. No han entrado por medio de Cristo. No han muerto y resucitado con Él. No han sido bautizados por su Espíritu. Entraron por otra vía. No han pasado por Él. Son pastores porque es una buena profesión. Es humanitaria. Uno recibe mucho reconocimiento. Algunos son asalariados. Necesitan ganarse la vida, y ser pastor es una buena opción. Éstos siempre están pidiendo un aumento de salario. A veces la congregación se lo concede porque no quieren quedarse sin pastor. Viven con más lujo que los miembros de su congregación. Algunas congregaciones están orgullosas de sí mismas porque su pastor tiene un coche lujoso, una casa lujosa, trajes lujosos, y una esposa opulenta, mientras que ellos mismos viven en relativa pobreza.
¿Cómo se idéntica un verdadero pastor? Las ovejas no tienen dificultad en hacerlo. Hay algo dentro de ellas que les dice que éste es un auténtico siervo de Jesús. “Las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán del él, porque no conocen la voz de los extraños” (10:4, 5). Y el pastor conoce cuáles son sus ovejas. Jesús dijo: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre” (10:18).
Los falsos pastores no son perseguidos por el mundo, porque forman parte de su mentalidad. Son aceptados y respetados por el mundo. Jesús en cambio fue acusado de estar endemoniado: “Muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿Por qué le oís?” Pero las verdaderas ovejas de Dios lo oyen: “Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado. ¿Puede acaso el demonio abrir los ojos de los ciegos?” (10: 20, 21). Jesús servía de criba; separaba las ovejas de las cabras, aun en su ministerio terrenal, y los pastores verdaderos, también. Por las ovejas es amado y oído, pero por las cabras es censurado y rechazado. Jesús está al borde de un gran precipicio. Muchos, queriendo tirarlo abajo, tropiezan, y caen al abismo.
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