EL EVANGELIO DEL REINO (12)

“Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado” (Mateo 13:33).

Lectura: Mat. 13:34, 35.

La parábola de la levadura:

¿Quién es la mujer de la parábola? ¿Qué representa la levadura? ¿Qué significan las tres medidas de harina? ¿Qué representa la masa? Hay muchas y muy variadas interpretaciones de esta cortita parábola. No vamos a sopesar los más y los menos de todas ellas, sino saltar directamente a la que prefiere nuestro comentarista, y también la mayoría de ellas, después de haber estudiado a fondo todas las otras posibilidades. El resultado es muy consolador. Según ellos, la levadura equivale al evangelio y la masa es el mundo. La levadura va penetrando en el mundo desapercibidamente, poco a poco, hasta influenciar y llenar todo el mundo. Es el reino de Dios en medio de la sociedad humana que va creciendo hasta influir en toda ella.

“Así penetró el evangelio en todas las mentes, en todas las instituciones, en todos los lugares del imperio Romano… Un puñado de iletrados pescadores, con la palabra del evangelio y el poder del Espíritu, conquistaron el mundo para Cristo, sin armas, sin dinero y sin elocuencia” [1].

¿Y la mujer? La mujer equivale a la persona que salió a sembrar en las otras parábolas, la persona que sale en el nombre de Cristo y predica el evangelio del reino. La razón obvia por qué Jesús emplea la figura de una mujer y no la de un hombre, es porque en tiempos de Cristo ella era la que cocinaba. En esta parábola se trata de una gran cantidad de harina, bastante para dar de comer a cien personas. Aunque la cantidad de levadura es muy pequeña en comparación con la gran cantidad de harina, produce este resultado tan espectacular.  

¿Y la fermentación? Como la levadura penetra poco a poco en la masa, así ocurre con el crecimiento íntimo del reino en la vida del hombre. Penetra en su mente, transformándola; transforma su corazón y su voluntad. La persona empieza a amar a la gente con el amor de Cristo. Con la mente y el corazón renovados, se va transformando toda la persona, toda su vida. El efecto va extendiéndose a cada área de su vida. Y esta persona nueva edifica a sus hermanos y lleva el evangelio a los perdidos y así se va extendiendo el reino. Y cada persona que recibe la buena nueva del reino de Dios experimenta estos mismos cambios e incide en su “mundo”, hasta que el pan esté leudado, horneado, y comido, ¡y entonces vuelve el Señor Jesús!

“El reino de Dios, aunque muy pequeño en su comienzo, se extiende en todo el mundo con un poder silencioso, invisible e irresistible, hasta alcanzar a toda la raza humana”[2]. ¡Qué aliento trae esta parábola del Señor Jesús! 


[1] Lacueva-Henry, pág. 257.[2] Bartley, pág. 193.

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