“El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14:17).
Lectura: Romanos 14:12-20.
En el contexto Pablo está hablando de la relación entre hermanos que forman parte del reino de Dios. Se han de llevar bien. Es muy importante no causar que el hermano tropiece y dañe su relación con Dios, u ofenderle y dañar su relación con los hermanos. No queremos que nuestra libertad, en este caso la libertad de comer ciertas comidas, cause que el hermano las coma, si su conciencia no lo permite. Porque si uno peca contra su conciencia, daña su relación con Dios que es gobernada en parte por nuestra conciencia. Se ve que los hermanos venían de diferentes contextos culturales, que tenían diferentes grados de madurez espiritual, y que comían juntos. Uno está comiendo carne, porque comprende que “nada es inmundo en sí mismo” (14:14), pero el otro no puede, porque cree que es pecado, y: “si uno piensa que algo es inmundo, para él lo es” (14:14). Este pasaje refleja una convivencia muy cercana entre los de la iglesia. Y esto forma parte del reino, porque Pablo dice que en el reino lo que nos une no es la comida o la bebida, sino una vida de rectitud bajo la ley de Dios, “justicia”, y la vida en el Espíritu Santo, “paz y gozo en el Espíritu Santo”.
Nosotros buscamos unidad doctrinal, que es importante, pero aún más importante es la unidad en la práctica de esta doctrina, la cual nos conducirá a una vida de justicia y de gozo y paz en el Espíritu. No hay unidad entre dos creyentes si uno está viviendo en pecado (1 Juan 1:7). Y tampoco la hay si uno no tiene paz y gozo en el Espíritu. Si estoy quejándome de lo que Dios ha permitido en mi vida, no tendré paz y gozo. Y si no recibo la gracia de Dios para soportar los problemas que tengo, una raíz de amargura crecerá en mí, y esta raíz estorbará a muchos: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz se amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Heb. 12:14,15). Mi vida espiritual afecta al hermano. Si yo estoy mal espiritualmente, no puedo ser de ayuda, ejemplo, consuelo, o bendición para el hermano. Todo esto supone que hay comunicación y comunión entre los hermanos de la iglesia. Si no la hay, mi vida espiritual no afectará al hermano ni para bien, ni para mal. Pero en este caso no estamos viviendo el concepto de Dios de lo que es un reino. ¡No existe un reino de uno!
En lo positivo, un reino de justicia, paz y gozo es algo envidiable. Si otros de fuera entran y ven esta convivencia, son atraídos: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas… y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:44, 46, 47). “El reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Los que forman parte del reino viven una vida de justicia y tienen paz en sus corazones y gozo en el Espíritu Santo, tanto individualmente como en la vivencia con los hermanos.
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