LA DISCIPLINA DE NUESTROS HIJOS

“El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las reprensiones” (Proverbios 13:1).

Lectura: Prov. 13:1, 3, 10, 13, 18, 24.

Este capítulo tiene mucho que enseñar sobre la disciplina de los hijos, un tema muy importante para el día en que vivimos puesto que muchos padres no disciplinan a sus hijos por miedo a perderlos, pero justo lo contrario es cierto, si no los disciplinan, los perderán. Vamos a empezar con el primer versículo: “El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las reprensiones”. “El hijo sabio atiende a la corrección de su padre, pero el insolente no hace caso a la represión” (13:1, NVI). Es muy difícil para los padres enseñar a un hijo que no quiere aprender. Si no quiere hacer los deberes, la tentación es decirle algo que no se debe, o usar una amenaza que no piensas cumplir, como: “Voy a poner tu móvil en la basura”, o, “Voy a tirar tus juguetes por la ventana” pero esto solo servirá para provocarlo y minar su confianza en ti: “El que refrena su lengua protege su vida” (13:3). Tú sabes que, si tu hijo no estudia, no tendrá un buen empleo en el día de mañana, pero él no lo entiende. Lo que él entiende es lo que le pasa hoy. Si hace los deberes bien y rápidamente, pones dinero en su cuenta para que ahorre para comprarse un juguete de Lego, pero si no, es disciplinado y se queda sin cenar: “El que desprecia a la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende a la corrección recibe grandes honores” (13:18). Lo pones en práctica.

Si tienes un hijo de 11 años que no se quiere lavar los dientes, no adelantas nada diciéndole lo que siempre le dices. Hay que controlarse y orar. Piensa en una manera creativa para responder. Sorpréndelo. Le dices: “¿Sabes? Hay unos videos muy buenos en YouTube sobre el cuidado de los dientes. Veremos uno cuando salgas del colegio. Contará como tu tiempo de pantalla para hoy. Después me puedes escribir un resumen de lo que has aprendido”. Si ves que lo hace bien, lo puedes premiar llevándolo a la piscina o al parque; si no, se queda sin televisión: “Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa” (13:13).

“El orgullo solo genera contiendas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos” (13:10). Por experiencia tiene que aprender que es de su interés escuchar.  Adelantas más premiándolo que reprendiéndolo. Si él piensa que no puede hacer nada bien, ni lo intentará.

“No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo” (13:24, NVI). “Quienes no emplean la vara de disciplina odian a sus hijos. Los que en verdad aman a sus hijos se preocupan lo suficiente para disciplinarlos” (13:24, NTV). Hay muchas maneras de disciplinar y hemos de buscar la que va mejor para nuestro hijo según su personalidad. Si no funciona, cambiamos de táctica. En esto está la sabiduría de los padres. La disciplina es vital para que sea un hijo de provecho en el día de mañana: “Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella” (Heb. 12: 11). Los beneficios pesan mucho más que el dolor momentáneo.