APRENDAMOS DE LA VIDA DE PABLO

“… confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22).

Lectura: Hechos 14:19-22.
Pablo acababa de ser apedreado y dejado por muerto, pero Dios lo levantó, ¡y él consolaba y daba ánimos a los creyentes que vieron esta atrocidad! Así es Pablo. Vamos a considerar ocho lecciones que podemos aplicarnos a nosotros mismos de su “cuarto viaje misionero”.

  1. Que prediquemos allí donde nos encontremos, no solo cuando estemos en un ministerio oficial. Pablo no fue el conferenciante oficial del barco, no obstante, evangelizó a los que iban a bordo. No testificó con un himno, una lectura, y un mensaje, sino con vivir su fe de forma visible y audible delante de ellos. Les hablaba de Dios de hecho y de palabra.
  2. Que usemos nuestros dones donde nos encontremos. Pablo usó su don de liderazgo, su capacidad de aconsejar y reprender, sus dones de sanidad, de predicación y de consolación por donde quiera que se encontraba.
  1. Que nos mantengamos en forma espiritual siempre, aun en medio del sufrimiento personal, para que la situación que sea nos pille preparados. Pablo estaba lleno del Espíritu y preparado para lo que fuese en todo momento, no estaba preocupado por su propio sufrimiento injusto, o la muerte que le esperaba.
  2. Que no pensemos que el ministerio tenga que ser programado por los hombres. Dios es más que capaz de organizar ministerio para nosotros sin que venga de parte de la iglesia, una entidad evangélica, o una misión reconocida.
  3. No hay vacaciones ni descansos para el creyente. Que siempre estemos disponibles para lo que Dios quiera que hagamos, a la hora que sea, y en medio de la actividad que sea.
  4. Que no nos preocupemos de morir antes de hora. Pablo tenía que haber muerto con lo de la víbora, y en muchas otras ocasiones, pero no murió, porque no tenía terminada su misión. Dios nos conservará la vida hasta que hayamos hecho todo lo que Él tiene programado para nosotros. Por lo tanto, no hay motivo de preocupación.
  5. Que seamos sensibles a la oportunidad que Dios nos ponga delante. Pablo no montó una campaña de sanidades en la isla de Malta. Sanó al hombre en cuya casa estaba hospedado, y los enfermos vinieron a él y sanó a muchos, dejando fiel testimonio del amor y el poder de Dios. Que hagamos aquello que nos pone el Señor por delante.
  6. Cuando necesitemos ánimo, el Señor mandará a alguien para animarnos. Cuando Pablo llegó a Roma, Dios mandó a hermanos en la fe para fortalecer la suya por lo que le esperaba allí. El Señor siempre está al tanto de las necesidades de sus siervos.