EL MATRIMONIO IDEAL (2)

“Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” (Mateo 1:24).
Rol del marido:
El rol del marido consiste en recibir la dirección de Dios para la familia y protegerla, mirando siempre para el bien de todos, y no por sus intereses personales. Aunque la mujer y los hijos mayores trabajen, la responsabilidad principal para proveer para las necesidades económicas de la familia recae sobre el marido. Él es la última autoridad en la educación y en la disciplina de los hijos. Respalda a la madre, colabora con ella, juntamente con ella forman un equipo unido, pero la máxima autoridad la sostiene él. También es responsable por enseñarles las cosas de Dios y prepararles para la vida. José enseñó su profesión de carpintero a su hijo Jesús. Fue el líder espiritual y material. José tuvo que sacrificar su reputación para defender a María, abandonar su trabajo para defender al Niño y trasladarse a otro país, enfrentando peligros personales por amor a su familia. En todo es un ejemplo de marido y padre.
El rol de la esposa:
María es un excelente ejemplo de esposa y madre. Respetaba a José, le apoyaba y seguía su dirección: “He aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y el, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto” (Mateo 2:13, 14). Cuando él se lo dijo a María, ella se levantó de la cama y cogió lo necesario para huir, siguiendo el liderazgo de su marido. Cuando Jesús tuvo doce años sus padres le llevaron a Jerusalén para celebrar la fiesta de la pascua y Jesús se perdió. Quien le habló de parte de los dos fue María: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia” (Lucas 2:49). No se le ve nada anulada a María. Juntos criaron al Hijo que Dios les había dado. María se había casado con un hombre tan espiritual como ella. En un matrimonio ideal cada uno respeta y potencia al otro: reconoce sus dones y le ayuda a cultivarlos. Viven para el Señor y le sirven.
El matrimonio:
Juntos forman un matrimonio, que ni es la personalidad de él, ni la de ella, sino una nueva entidad con personalidad propia formado por ambos. En la casa se respira un ambiente de colaboración, consideración y aprecio el uno por el otro en que cado uno mira por los intereses de su cónyuge. 1 Pedro 3:1-7 describe los roles dentro del matrimonio y termina hablando de la convivencia: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. La mujer está sujeta a su marido, y él la trata con delicadeza, honrándola, como una persona valiosa y valorada. La comprende y es sabio en su trato de ella. Los dos oran juntos y viven en armonía para que Dios escuche sus oraciones. Delante de Dios ella no es más que él, ni él es más que ella: son coherederos de la gracia de la vida. Su hogar respira paz y tranquilidad; viven un ámbito de profunda espiritualidad y respeto mutuo.