UNA POSTURA COMPLICADA DE SOSTENER

“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno un Cristo Jesús” (Gal 3:26-28).
En este apartado el apóstol Pablo está enseñando que todos los creyentes somos igualmente hijos de Dios, no importa si somos mujeres, hombres, judíos, españoles, esclavos o libres, todos somos igualmente salvos. La palabra “todos” se repite tres veces para enfatizar este punto. Este es el contexto del versículo 28. Nadie tiene más valor que nadie por el hecho de ser hombre, judío o libre. Una esclava extranjera tiene el mismo valor delante de Dios que un hombre judío.
Este texto ha sido sacado de su contexto para enseñar que no hay diferencia entre hombre y mujer en el ministerio cristiano. La persona que mantiene esta postura lo tiene complicado por varios motivos:
Tiene que creer que se puede sacar un texto de su contexto y utilizarlo para justificar ciertas ideas preconcebidas.
Tiene que creer que las Escrituras se contradicen, porque hay muchos otros textos que enseñan que sí que hay diferencia entre hombres y mujeres en el ministerio, como, por ejemplo: 1 Tim. 3:2; Tito 1:6; 1 Tim. 2:8-15; 1 Cor. 11:4-16; 1 Cor. 14.31-37; etc.
Tiene que creer que Pablo se contradecía.
Tiene que creer que el Espíritu Santo o bien se contradecía, o bien inspiraba una parte de la Biblia y otra parte, no. Pero la Biblia afirma que: “Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar…” (2 Tim. 3:16).
Tiene que creer que la voluntad de Dios se va cambiando según las épocas y culturas, según lo que sea políticamente correcto en una sociedad dada, pero: “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos” (Salmo 119:89). “Yo, Jehová, no cambio” (Mal. 3:6).
Tiene que creer arbitrariamente que Gal. 3:28 enseña que no hay diferencia entre hombre y mujer en la iglesia, que tampoco lo hay en el matrimonio en cuanto a roles y la sumisión de la mujer (Ef. 5:22), pero sí que hay en cuanto a género en el matrimonio, que el matrimonio no puede ser compuesto por dos hombres o dos mujeres. Pero esta es una postura que se tambalea, porque este mismo texto lo pueden usar otros creyentes para afirmar que, puesto que no hay hombre y mujer en Cristo, un hombre se puede casar con un hombre.
Tiene que creer que puede seguir sosteniendo esta postura de no aceptar el matrimonio entre dos del mismo sexo cuando ya se ha deslizado de la postura que tenía su iglesia hace unos años en cuanto temas relacionados. ¿Qué va a frenar este proceso de irse deslizando de las Escrituras? ¿Dónde va a ir a parar?
Conclusión: O bien la Biblia es la Palabra de Dios, o bien no lo es.