GUARDAR EL DEPÓSITO

“Oh Timoteo, guarda lo que [lit.“el depósito que”] se te ha encomendado” (I Tim. 6:20). “Yo sé a Quien he creído y he sido persuadido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día. Reten el modelo de las sanas palabras que oíste de mí, con la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por medio del Espíritu Santo que vive en nosotros” (2 Tim. 1:12-14).
Pablo termina su primera carta a Timoteo instándole a guardar el contenido doctrinal que se le ha encomendado. Retoma el mismo tema en su segunda carta a este amado hijo suyo en la fe que tendrá que reemplazarle cuando sufra el pronto martirio. El Señor ha encomendado el tesoro del evangelio al apóstol. Más que ningún otro escritor del Nuevo Testamento es a Pablo a quien Dios dio la tarea de definir y organizar la sana doctrina de la fe. Por ese motivo Pablo refiere a él como “mí evangelio” (Rom. 2:16), ¡porque es con su evangelio que Dios juzgará en mundo! Este depósito no puede ser alterado (1 Cor. 11:1). Es el “evangelio eterno” (Ap. 14:6), que tiene que ser enseñado en todos los países del mundo hasta que Cristo vuelva. Es apto para todas las culturas y todos los tiempos, crea en sí su propia cultura, y no puede ser cambiado para hacerse atractivo a los gustos e ideologías actuales para encajar con la mentalidad del mundo en nuestra generación. Como Pedro, mi marido y yo no nos cansamos “de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis” (2 Pedro 1:12), porque la validez de los escritos del apóstol Pablo está siendo cuestionado en nuestros tiempos como nunca.
Cuando un “hermano” califica al apóstol Pablo de machista, implícitamente está acusando al Espíritu Santo de ser machista, o la Biblia de ser inspirada solo a medias. ¿El Espíritu Santo solo inspiró una parte de lo que escribió el apóstol Pablo, y la otra parte no? ¿Quién decide? ¿El parlamento de Estrasburgo? ¿Rajoy? ¿El lobby gay? ¿Tu opinión? ¿La mía? Lo que hemos observado durante el curso de los años es que las iglesias que han ido cambiando de postura acerca de lo que admiten y no admiten, hoy aceptan cosas que hace 30 años rechazaban rotundamente. La Palabra de Dios no ha cambiado. ¿Qué ha cambiado, pues? ¿En qué se basan? ¿Qué creerán de aquí a 30 años?
Este antiguo himno habla precisamente de este tema, de preservar la fe de nuestros padres, la misma que tuvieron los apóstoles:
Fe de nuestros padres, ¡viva todavía, a pesar de mazmorras, hogueras y espadas!
Oh cómo nuestros corazones laten con gozo siempre que oyen esta expresión gloriosa: Fe de nuestros padres, santa fe, te seremos fieles hasta la muerte.
Nuestros padres, encadenados en prisiones oscuros, todavía estaban libres en corazón y conciencia, y bendita será la suerte de sus hijos, si ellos, como aquellos, tengan que morir por ti: Fe de nuestros padres, santa fe, te seremos fieles hasta la muerte.
¡Fe de nuestros padres! Amaremos tanto a amigos como a enemigos en toda nuestra lucha; y te predicaremos, como lo sabe hacer el amor, por medio de palabras amables y una vida virtuosa: Fe de nuestros padres, santa fe, te seremos fieles hasta la muerte.
Frederick William Faber, 1814-63