6. Falsos maestros II (La Granja 2016)

10 y mayormente a los que van detrás de la carne en concupiscencia de contaminación, y desprecian la autoridad. Atrevidos, arrogantes, que no tiemblan al hablar mal de° las potestades superiores;°
11 mientras° los ángeles, que son mayores en fuerza y en poder, no llevan ante el Señor un juicio difamatorio contra ellos.
12 Pero éstos, como animales irracionales, por naturaleza° nacidos para presa y destrucción, blasfemando de lo que ignoran, también serán destruidos con la destrucción de aquéllos,
13 sufriendo° el mal como pago de la injusticia. Teniendo por placer el libertinaje a pleno día, son inmundicias y manchas que se recrean en sus errores, mientras comen alegremente con vosotros;
14 teniendo los ojos llenos de adulterio, e insaciables de pecado; seduciendo a las almas inconstantes; teniendo el corazón habituado a la codicia; hijos de maldición.
15 Abandonando el camino recto, se extraviaron siguiendo el camino de Balaam (el de Bosor),° quien amó el pago de la injusticia,
16 y recibió reprensión de su propia maldad por un mudo animal de carga, que hablando° con voz humana, refrenó la locura del profeta.
17 Éstos son fuentes sin agua, nubes impulsadas por la tormenta, para los cuales está reservada la negrura de las tinieblas.°
18 Porque voceando palabras arrogantes y necias, seducen con las pasiones sensuales de la carne a los que hasta hace poco° iban escapando de los que viven en error.
19 Les prometen libertad, y ellos mismos son esclavos de corrupción; porque de quien uno es vencido, de éste queda hecho esclavo.
20 Porque si tratando de escapar de las contaminaciones del mundo por medio del conocimiento del° Señor y Salvador Jesucristo, y enredándose otra vez en ellas, son vencidos, su postrer estado viene a serles peor que el primero.
21 Porque mejor les hubiera sido° no haber conocido el camino de justicia, que después de conocerlo volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.
22 Pero les ha acontecido lo de aquel refrán tan verdadero: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada volvió a revolcarse en el cieno.
Santa Biblia: La Biblia Textual, Segunda Edición. (1999). (2 P 2.10–22). Sociedad Bíblica Iberoamericana, Inc.