¿QUÉ TENDRÁS QUE SACRIFICAR TÚ?

“Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (Lu. 10:41, 42).

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Libros enteros se han escrito acerca de nuestras prioridades, del orden en nuestras vidas, de la tiranía de lo urgente, de la organización de nuestro tiempo, y el Señor lo resume todo aquí en una sola palabra: “Solo una cosa es necesaria”. Es la única cosa en la vida que es necesaria: estar con Jesús. El mundo gira alrededor de muchas necesidades: los estudios, buscar o desempeñar un trabajo, atender a nuestro deber en casa, pasar tiempo con la familia, actividades en la iglesia, servicio humanitario, cuidar nuestra salud, el ejercicio sano, el buen descanso: todo esto es importante. Jesús está diciendo a Marta que Él es más importante que todas estas cosas. “Solo una cosa es necesaria”.

Marta era una persona disciplinada, organizada, trabajadora. Tenía muy claro cuáles eran sus responsabilidades, ¡y una de ellas era reformar a su hermana! Y Jesús está cambiando la configuración de su disco duro: Él es más importante que el trabajo.

Si ella toma a pecho lo que Él dice, deja de trabajar en la cocina, baja del burro, y se sienta inmediatamente en el suelo junta a su hermana para escuchar a Jesús, y no comen este día. Porque pasar tiempo con Jesús siempre cuesta el sacrificio de algo esencial: comer, descansar, trabajar, dormir, atender a otra persona/s.

Para Jesús las necesidades vitales del cuerpo estaban en un segundo plano. Él había ordenado su vida de esta manera: su orden de prioridades era lo siguiente:

  • Pasar tiempo con el Padre
  • Enseñar/predicar el evangelio
  • Sanar enfermos

Esto lo vemos en el pasaje de Marcos 1:32-39. Después de un día agotador, se levantó pronto la mañana siguiente para meditar en su prioridades delante del Padre. ¿Lo más importante de su ministerio era sanar o predicar? Esto lo tenía que tener claro. Lo pone delante del Padre y comprende que es predicar el evangelio. Así que deja el resto de los enfermos de aquella ciudad sin sanar y dice a sus discípulos: “Vamos a los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido” (v. 38).

¿Qué es lo que te va a costar a ti hacer la única cosa necesaria en tu vida? ¿Levantarte más pronto? ¿Acostarte más tarde? ¿Buscar otro trabajo? ¿Aprender a estudiar la Palabra? ¿Quitar tiempo del móvil y del ordenador? ¿Organizar tu domingo de otra manera? ¿Ir a menos cultos para usar el tiempo para estar a solas con el Señor? ¿Sacrificar una comida de vez en cuando?

¿Qué hizo Marta? ¿Se sentó inmediatamente en el suelo para escuchar a Jesús? ¿Volvió a la cocina, molesta? No nos lo dice. ¿Qué habrías hecho tú? Y ahora. ¿Te levantarás una hora más pronto mañana? ¿Te ausentará de la comida para pasar una hora con el Señor? ¡Ya lo veremos!