TORCER LAS ESCRITURAS (1)

“… que los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:16, 17).

Ya hemos dicho que los hay que reinterpretan la Biblia en términos de lo políticamente correcto para justificar sus ideas preconcebidas. Ya han decidido lo que quieren creer y buscan la forma de justificarlo bíblicamente. Sería más honesto decir que les da igual lo que la Biblia dice, pero si dicen esto, ya serían pillados como falsos maestros y la gente se daría cuenta, así que, hacen piruetas con la exégesis bíblica para hacer que el texto diga lo que ellos quieren enseñar.

Un ejemplo de torcer las Escrituras para enseñar lo políticamente correcto es el uso que hacen algunos de Gál. 3:28. Puesto que nuestra sociedad ha puesto a la mujer en todos los trabajos que antes eran de hombres, para que la iglesia no quede atrás como desfasada, enseñan que no hay diferencia entre hombre y mujer a efectos de sus ministerios respectivos en la iglesia. Enseñan que la mujer puede ser pastor, anciano, enseñadora, predicadora y gobernadora de la iglesia. La iglesia “moderna” así llega a ser una copia de la sociedad y no ofende a la gente del mundo.

Vamos a mirar el texto. Dice: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál. 3:28). El contexto dice: “Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos” (v. 26, 27). “Todos”, ¿a quienes se refiere? A todas las nacionalidades, a judíos y gentiles por igual, a esclavos y libres, a hombres y mujeres: todos somos uno en Cristo. Los judíos ya no son más importantes que los gentiles, no ocupen un rango especial por ser descendentes de Abraham. Así consta en el versículo siguiente: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois” (v. 29). Todo creyente es linaje de Abraham. En Cristo no hay clases. Pero esto no significa que no hay roles diferenciados, porque los apóstoles enseñaban claramente que los hay. Este texto no está diciendo que los esclavos ya son libres y pueden dejar sus amos. El mismo Pablo escribió: “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor” (Ef. 6:5). Las Escrituras no se contradicen. También enseñan: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos” (Ef. 5: 22). Si la mujer es pastora, ¿ya no está bajo la autoridad de su marido? ¿Ya todos tenemos pasaporte de Israel, porque somos linaje de Abraham? ¿Ya no existen nacionalidades?

Si creemos que las Escrituras no se contradicen, ¿qué hacemos con los textos que enseñan lo que no queremos aceptar? ¡Las reinterpretamos para que digan todo lo contrario! ¡Brillante! Decimos que: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos” quede anulado por: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (Ef. 5:22). Así pues, ¡qué el marido se someta a su esposa y que ella lleve la iglesia! Si interpretamos Gál. 3:28 para que signifique que no hay diferencia alguna entre hombre y mujer, la conclusión lógica es que un hombre puede casarse con otro hombre. ¡Esto es lo que pasa cuando sacamos un versículo de su contexto para justificar nuestras opiniones!