NADA DESPERDICIADO

“Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaba recostados; así mismo de los peces, cuanto querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada. Recogieron pues, y llenaron doce cestas de pedazos” (Juan 6:11-13).

Este detalle de recoger los pedazos que sobraron nos llama la atención. Estaban en el campo. Podrían haber dejado todos los restos en el suelo. Eran biodegradables. Sin embargo, el Señor dice: “Recoged los pedazos que sobraron, para que no se pierda nada”. El Señor no quiere que nada sea desperdiciado.

Los hay que comen y tiran los restos. El marido de mi sobrina era así. Ella había hecho unas madalenas deliciosas y cuando comimos lo que queríamos, tiraron los que sobraron en la basura. ¡Ahora no lo hace! Pero otros desperdician cosas mucho más importantes. ¿Cómo estamos usando los talentos que el Señor nos ha dado? El: “Bien, buen siervo y fiel” (Mat. 25:21), es la respuesta del Señor al que usa bien lo que el Señor le ha entregado.
No podemos juzgar el uso que hacen otros de sus recursos. Esto le toca únicamente al Señor. No nos corresponde preguntar: “¿Cómo es que aquel se ha comprado un coche tan caro?”, o ¿Cómo se permite vivir en una casa tan lujosa?”. La pregunta es: ¿Cómo uso yo mis recursos?
Una mujer fue muy criticada por derrochar el tesoro de su vida sobre Jesús, pero Él no lo consideraba un derroche, sino el buen uso de lo suyo: “Vino a Él una mujer con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él,…A ver esto los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?” (Mat. 26:7, 8). Esta fue la voz de Judas, y detrás de él, Satanás. Esta es la pregunta que Satanás nos hace cuando hemos derramado nuestra vida para la causa del Señor. Hemos invertido nuestro tiempo y nuestro dinero en su servicio. Podríamos haber ganado mucho dinero haciendo nuestra voluntad en lugar de la del Señor. Podríamos haber disfrutado de muchas cosas, muchos placeres, si hubiésemos seguido los caminos del mundo. Parece que hemos hecho una locura en dejar todo para seguir al Señor. Hay solteras que podrían haberse casado diez veces si se hubiesen casado con uno del mundo. No faltará la voz del diablo preguntando: “¿Para qué este desperdicio?”. La única respuesta es la mirada en los ojos de Jesús de profundo aprecio. Él, sí, valora lo que hemos sacrificado por su causa y un día tendremos la recompensa completa.

Uno de los mártires famosos que dio su vida por Jesús para llevar el evangelio a los Auca de Ecuador siendo aun muy joven, dijo muy acertadamente: “Damos lo que no podemos retener, para ganar lo que no podemos perder”.

Jesús fue el primero en desperdiciar su vida por amor a Dios.

Gracias, Señor, que tú no desperdicias nada, y nada dada a ti es desperdiciado.