DESORDEN

“Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda; pero otros de buena voluntad. Los unos anuncian a Cristo por contención, no sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; pero los otros por amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. ¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad Cristo es anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún” (Fil 1:15-18).

Al final del libro de Ezequiel tenemos a Dios en medio de su pueblo con todo en orden (capítulos 40-48). El templo está en orden, equilibrado, simétrico; la ciudad está perfectamente planeada, bien organizada, estéticamente agradable; y la tierra esta justamente distribuida. Todo está en perfecto orden y armonía. Dios está allí y todo está bien.

Pues, no así la Iglesia de hoy. Hay un gran desorden. Hay mucha gente descontenta con su iglesia, buscando otra, hay divisiones por muchos motivos, hay diferencias de opinión en cuanto a la música, la participación de la mujer, el tipo de culto; los hermanos no colaboran y hay falta de colaboración entre iglesias; hay pecado y mundanalidad, desorden y división, pero en medio de todo esto, y a pesar de todo, ¡Dios está obrando! En lugar de desanimarnos, ser negativos y críticos, y pelearnos con otros creyentes que tienen diferentes puntos de vista, podemos dar gracias a Dios que en medio de todo esto Él sigue obrando. Lo desconcertante es que ¡aun obra en medio de iglesias con errores doctrinales, pecado evidente, e incluso, usa a pastores y obreros que están viviendo en pleno pecado! No entendemos por qué no los fulmina, pero no lo hace. Sus iglesias crecen y prosperan y muchos encuentran a Cristo en medio del desorden. Para la persona cuadrada o perfeccionista esto no computa, pero es lo que hay. ¡Aun hay creyentes verdaderos en las iglesias liberales! No es posible tener comunión con estas iglesias, pero con estas personas, sí.

En lugar de hundirnos en medio de tanto desorden y volvernos cínicos, cáusticos, o sarcásticos, podemos cambiar de actitud para sufrir menos, y dar gracias a Dios que Él sigue obrando y salvando almas en medio de este gran desorden. ¡El pecado nunca ha podido detenerle! También podemos tener una mente un poco más abierta para reconocer que no soy la única persona que tiene razón, que hay otros puntos de vista contrarios al mío que Dios bendice. Hay otras interpretaciones de la Biblia sostenidas por verdaderos creyentes, y no me toca a mí convencerles a todos. Puedo decidir qué voy a tener comunión en lo posible con todos mis hermanos de verdad, aunque no piensen como yo.
Un día Dios pondrá todo en orden. Este es el mensaje final de Ezequiel: perfecto orden. Dios juzgará. Castigará el pecado y premiará el bien. Pondrá todo en su sitio. Esto es asunto suyo. Mientras tanto, el evangelio es predicado, aunque sea por motivaciones equivocadas, y personas están encontrando a Cristo, y en esto me gozo y me gozaré, ¡aunque se conviertan en una iglesia que yo he descartado! Da igual. Tengo más hermanos y la Iglesia de Señor sigue creciendo en medio del desorden. ¡Gloria al Dios que es capaz de controlar todo esto!