LA DISTRIBUCIÓN DE LA TIERRA

“Cuando repartáis por suertes la tierra en heredad…” (Ez. 45:1).

Ya hemos visto en el capítulo anterior que la vida religiosa de los israelitas que regresaban de la cautividad iba a centrarse en el Altar, la Cruz, que ocupaba el lugar central en el Templo. Lo vimos en el plano arquitectónico del templo y también en la organización del material de Ezequiel: dos veces habló de la gloria de Dios que llenaba el Templo y en medio habló del Altar. Ahora en la distribución de la tierra según las tribus de Israel vamos a ver lo mismo: las tribus de Dan, Aser, Neftalí, Manasés, Efraín, Rubén y Judá estarán en el norte, al sur estarán Benjamín, Simeón, Isacar, Zabulón y Gad, y en el centro estaba una zona santa reservada para Dios. Sería ocupada por el Templo, y las casa de los levitas y sacerdotes. Si la vida religiosa se centraba en el Altar, la vida cotidiana se centraba en Dios.
Israel iba a ser una Teocracia. En una Teocracia no hay una vida religiosa y una vida secular. Para que lo comprendamos, es como en el Islam cuando un país está bajo la ley Sharia, toda la vida está regida por la religión, la diferencia siendo que “la ley de Dios es perfecta, que restaura el alma, el testimonio de Dios es fiel, hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Dios son rectos, alegran el corazón, el precepto de Dios es puro, alumbra los ojos” (Salmo 19:7, 8). Pues en Israel, la ley civil fue constituida por los mandamientos, estatutos, ordenanzas y preceptos de Dios. La vida laboral, los días festivos, el trato entre las personas, la vida familiar, la agricultura, los préstamos, la economía, las clases sociales, el sistema judicial, el jubileo, la atención a los pobres, toda la vida venía regulada por la ley de Dios.

¿En tu vida existe una división entre lo secular y lo espiritual? ¿Tienes una voz que usas en la iglesia, y otra que usas en la casa? ¿Sirves a Dios en la iglesia, pero a la familia en casa? ¿Eres espiritual en tu ministerio en la iglesia y carnal en el trabajo? ¿Predicas y usas pornografía? ¿Empleas palabrotas? ¿Eres piadosa en la iglesia, pero en la calle te vistas para matar? ¿Cantas alabanzas para el Señor en su Casa, y sales de ella para ver porquería por la televisión en la tuya? ¿Dejas a tu marido en contra de la Palabra de Dios mientras que dices que crees en Él? Dios no quiere dicotomías. Quiere un corazón 100% puesto en Él todo el día, hagamos lo que hagamos, estemos donde estemos. Si la que participa de la mesa del Señor no es la que estudia en la facultad o que sale con el novio, que deje la mesa del Señor y ponga en orden su vida. Céntrala en Dios tal como viene ilustrada aquí en Ez. 45. Orienta tu trabajo, tu familia, tu tiempo, tu dinero, tus relaciones con la gente, todo, alrededor de Dios.

Esto es lo que tenemos en el Nuevo Testamento. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros… y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Col. 3:16, 17). Todo es regido por la Palabra. Ésta mora en abundancia en nosotros dirigiendo todo lo que hacemos, nuestras palabras y nuestros hechos. Somos como Israel gobernado por la Ley de Dios, su Palabra. Amamos a Dios y obedecemos su Palabra, y nuestra vida gira alrededor de ella. Somos ciudadanos de una Teocracia cuyo centro es Dios. La capital es Jerusalén, la celestial, cuyo nombre será: “El Señor está allí” (Ez. 48:35). Y esto es lo que se desprende de nuestras vidas, que Dios está en ellas. El Santo de Israel mora en medio nuestro y todo lo que hacemos es sagrado.