“Entonces Elías tisbita, dijo a Acab:¡Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no habría rocío ni lluvia en estos años, sino por mi palabra!” (1 Reyes 17:1).
Seguimos con la cuestión: ¿Quién es Dios, Yahvé o Baal? El Dios verdadero es un Dios de misericordia y de juicio. Si rechazas su misericordia, te espera su juicio. Esto es lo que vemos claramente en las historias de Elías y Acab. Dios mostró su misericordia enviando fuego sobre la victima sacrificada en el Monte Carmelo. Es en la cruz donde Dios muestra su misericordia al pecador. Iba a seguir mostrándola al rey Acab hasta que al final la rechazó definitivamente.
La próxima historia es de cómo Elías oró y Dios en su misericordia mandó lluvia a la tierra sedienta. Fue un milagro de la naturaleza. Baal fue el dios del trueno. El Dios verdadero trae la lluvia a su debido tiempo. El pensamiento cristiano llega más lejos. En la Fiesta de Tabernáculos cada otoño, en la cosecha de la uva, Israel recordaba cómo Dios daba agua a su pueblo en su viaje por el desierto en tiempos de Moisés. En esta fiesta, el sacerdote derramaba agua al pie del altar, mostrando que el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés sigue a la obra del Calvario. En una de estas celebraciones Jesús estuvo presente: “En el último día, el más grande de la fiesta, Jesús se puso en pie, y alzando la voz, dijo: ¡Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba! El que cree en Mí, como dijo la Escritura, de su vientre fluirán ríos de agua vida. Esto dijo acerca del Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él” (Juan 7: 37-39). Después del sacrificio en el Carmelo, Dios envió la lluvia. ¿Cómo conocemos al Dios verdadero? Por el sacrificio del Calvario y el don del Espíritu Santo.
Israel fue convertido temporalmente, pero Acab, no. Su esposa, Jezabel, persiguió a Elías quien huyo al Monte Horeb. Cuando Elías oró en el Carmelo, pidió misericordia para el pueblo de Israel; en Horeb pidió juicio: (1 Reyes 19:14). Acab había visto su misericordia en el Carmelo, pero estaba determinado a rechazar al Dios de Israel, por tanto, solo queda su juicio. Si una persona rechaza el sacrificio del Calvario ya no quedan medios de salvación. Viene la voz de Dios a Elías, escondido en una cueva en Horeb, anunciando juicio (1Reyes 19:15-17). Cuando Elías oró en el Carmelo, hubo misericordia. Cuando oró en Horeb, el monte de la Ley, hubo juicio. El juicio no vino enseguida, sino años más tarde. Está relatado al final de 2 Reyes. El tiempo de la gracia está ubicado entre la cruz y el día de juicio. El juicio viene, pero ahora es el día en que se predica el evangelio de la gracia, avisando a la gente de la ira venidera.
En los siguientes capítulos Dios intentó predicar el evangelio de la gracia a Acab. Dios le concedió una victoria militar sobre los Sirios para mostrar que Él es el Dios verdadero (1 R. 20), pero Acab lo rechazó (1 R. 22). En la historia siguiente, Acab buscó consejo, si debería ir a la guerra o no. Rechazó a sabiendas el consejo que vino de parte de Dios y escogió el consejo de una profecía mentirosa, fue a la batalla, y perdió la batalla y su vida. Cuando uno rechaza la verdad a sabiendas, cree una mentira para su propia perdición: “Por eso Dios le envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados, todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tes. 2:11, 12). Creen la mentira, porque no aman la verdad. Están determinados a rechazar la verdad, así que escogen la mentira. Si la gente resiste a la verdad, la única alternativa que les queda es la mentira y la muerte.