EL PRÍNCIPE DE LOS PASTORES

“Por tanto Yo salvaré a mis ovejas, y no serán más una presa… y levantaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará y será su pastor. Y Yo, Yahvé, les será por Dios, y mi siervo David por príncipe entre ellas. Yo, Yahvé, he hablado” (Ez. 34: 22-24). 

            Aquí tenemos a estas ovejas: tienen malos pastores, las ovejas están peleando entre sí, tienen hambre, sed, están heridas, débiles, dispersadas y perdidas. ¡Qué cuadro! Desesperadamente necesitan un pastor. Dios ha prometido ser aquel pastor para ellas que necesitan: “Yo apacentaré mi rebaño. Yo buscaré la perdida, y haré volver a la descarriada, vendaré a la perniquebrada y fortaleceré la débil”. Pondrá paz entre ellas: “Estableceré con ellas un pacto de paz” (v. 25). ¿Y a quién envía para pastorearlas? A su siervo David. Esta es una hermosa profecía de la venida del Mesías como Pastor. Enviará a Jesús, Pastor y Rey, como el cumplimiento perfecto de lo que era David. Por un lado dice que Él mismo será el Pastor y por otro que lo será su siervo David, es decir, Jesús. ¿En qué quedamos? ¡En que Jesús es Dios! ¿Quién es el Buen Pastor? Jesús: “Yo soy el buen pastor: el buen pastor su vida pone por las ovejas” (Juan 10:11). ¿Quién es el Buen Pastor? Dios: “Jehová es mi Pastor, nada me faltará” (Salmo 23:1). Los malos pastores son los que han estado pastoreando Israel. Dios promete venir Él mismo para ser su Pastor y esto lo hace en la persona de Jesús, su amado Hijo.

Yo salvaré a mis ovejas, y no serán más una presa, y levantaré sobre ellas un pastor, y él las apacentará y será su pastor. Y Yo, Yahvé, les será por Dios, y mi siervo David por príncipe entre ellas”.  Jesús es el Príncipe de los pastores como dice Pedro en su epístola: “Exhorto a los ancianos… Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros… y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, recibiréis la corona inmarcesible de gloria” (ver 1 Pedro 5:1-4). Jesús es el Príncipe de los pastores. Bajo su autoridad están todos los pastores humanos que tendrán que darle cuentas en el día final. Es tanto el Príncipe sobre todos los pastores como el Pastor de todas las ovejas: “También tengo otras ovejas que no son de este redil (es decir, los gentiles); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño, y un pastor” (Juan 10:16).

Estamos agradecidos por los pastores humanos que tienen un corazón como el del Buen Pastor, quienes atienden a nuestras necesidades y nos dan de comer de la Palabra, pero nuestros corazones están apegados al Buen Pastor quién puso su vida por las ovejas, y por este motivo le amamos. Reconocemos su voz y le seguimos y nos da la vida eterna y nadie nos arrebatará de su mano: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatara de mi mano”  (Juan 10:27, 28). Pase lo que pase, nadie, ni nada “puede separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 8:39). El Buen Pastor asegurará que cada oveja suya llegue sana y salva al redil eterno.