LA PALABRA: SU ORIGEN Y ALCANCE

“…para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestrosapóstoles” (2 Pedro 3:2).

            Los creyentes en tiempos de Pedro están sufriendo persecución. Los enemigos de Dios están sembrando dudas en sus mentes para que desconfíen en Dios en esos momentos de extrema prueba. Es una táctica que el enemigo siempre ha usado: aprovechar nuestro sufrimiento para hacernos dudar de las promesas de Dios. Pedro, en este contexto, les habla de la fiabilidad de la Palabra de Dios. Esta Palabra, entiéndase, la Biblia, nos ha venido de parte de los santos profetas, del Señor mismo, y de los apóstoles. Moisés, el escritor de los cinco primeros libros de la Biblia, la ley, también fue profeta. “La ley y los profetas” es un término bíblico para referirse al Antiguo Testamento, “el mandamiento dado por nuestro Señor” es lo que Cristo enseñó, los evangelios; y la palabra dada “por vuestros apóstoles” es el resto del Nuevo Testamento.  Pedro quiere que sus lectores recuerden que estas tres fuentes, que juntos componen todas las Escrituras, las tres igualmente inspiradas e inerrantes, concuerdan y que son dignos de toda confianza.

            Esta Palabra dice que en los últimos tiempos vendrán burladores y se reirán de la promesa de que Cristo volverá. Pedro recuerda a sus lectores que la Palabra de Dios es segura. Tanto los profetas, como Cristo mismo, como los apóstoles hablaron de la primera venida de Cristo y también de su segunda venida, del gran día de juicio y de nuevos cielos y nueva tierra. Dice que estos burladores olvidan que por esta misma Palabra de Dios el Señor hizo la Creación (v. 5) y que el juicio ocurrió por esta misma palabra, pero al revés. La Palabra de Dios que había separado la tierra de las aguas en la Creación volvió a hablar para cubrir todo la tierra con agua otra vez (Gen. 1:9) causando el diluvio en tiempos de Noé. Y esta misma Palabra ha prometido que el mundo volverá a ser juzgado, esta vez por fuego (v. 7). La promesa del retorno de Cristo incluye la destrucción de los hombres impíos que ahora se burlan de la Palabra de Dios.

            Como el Señor ha tardado en volver, estos hombres impíos dicen que no volverá, que el mundo continuará como siempre (v. 4). Pedro contesta esta palabra de incredulidad diciendo que Dios no mide el tiempo como nosotros. Si ha tardado Cristo en volver era para dar tiempo para que más personas sean salvas (v. 8, 9). El siglo XX fue notorio para la conversión de miles y millones en América Latina, y el actual es el momento para la llegada del evangelio y la conversión de muchos en la China, la India y el mundo musulmán. En medio de terrible sufrimiento y tremenda persecución Dios está completando el número de sus redimidos, y cuando este número se complete,  Cristo volverá.

Jesús, hablando de esto dijo: “Habrá señales en el sol, y en la luna y en las estrellas, en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrá en la tierra… Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria” (Lu. 21:25.28). Hermanos, mirad al cielo, porque nuestra redención se acerca.