EL REGRESO DEL REY

“¿Por qué, pues, estáis callados respecto de hacer volver al rey?” (2 Sam. 19:10).

Despertad, despertad, porque la noche pasa,

Los centinelas desde sus estaciones claman,

¡Despertad, Jerusalén, por fin!

La medianoche oye las voces de bienvenida,

Y se regocija con el clamor emocionante:

¡Acudid, vosotras, vírgenes, la noche ha pasado!

Viene el Novio, despertad,

Recoged vuestras lámparas con alegría; ¡aleluya!

Preparaos para su banquete nupcial,

Porque habéis de ir a su encuentro allí.

 

Sión escucha el cantar de los centinelas,

Y todo su corazón con salta gozo,

Se despierta, se levanta de su melancolía;

Porque desciende su Señor todo glorioso,

Fuerte en gracia, en verdad victorioso;

Su Estrella se ha levantado, su Luz ha venido.

Ah ven, Tú, Bendito,

El propio Hijo amado de Dios, ¡Aleluya!

Seguimos hasta ver la sala de banquete

Donde tú nos has convidado a cenar contigo.   

 

Ahora que todos los cielos te adoren,

Y hombres y ángeles canten delante de ti,

Con las notas más diáfanas de harpa y címbalo;

Cada portal hecho de perla preciosa,

Donde nos reunimos con el coro inmortal

De ángeles alrededor de tu deslumbrante trono;

Ni ojo ha visto, ni oído escuchado

Lo que allí es nuestro;

Pero nos regocijamos, y cantamos a ti

Nuestro himno de gozo eternamente. Amén.
                                     

                                                           Philipp Nicolai, 1556-1608

Tanto tiempo estamos esperando el retorno del Rey. Nuestras lámparas están llenas de aceite; nuestros ojos están escudriñando el cielo; nuestros oídos están afinados, esperando el sonar de la trompeta. Es medianoche ya. ¿Tardará mucho más en venir?

Ven, Señor Jesús. Tu Iglesia te espera. Y el Espíritu y la Novia dicen: “Ven”.