DE EGIPTO A ISRAEL

“Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto: diciéndole: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño” (Mat. 2:20).

            Jesús fue perseguido y tuvo que huir a Egipto. Sabe lo que es ser un refugiado político y religioso en país extranjero. Pasó lo que Israel pasó en Egipto. “En toda angustia de ellos él fue angustiado” (Is. 63:9). Su identificación con su pueblo es completa.  Él ha pasado todo lo que nosotros pasamos, persecución y exilio, empezando ya de pequeño. La historia se repite hoy en muchos países del mundo.

            No sabemos cuánto tiempo estuvo en Egipto, si aprendió el idioma, o si vivían en una comunidad judía. Se supone que José encontró trabajo como carpintero allí. Herodes murió en el año 4 a.C. Su hijo, Arquelao (v. 22), solo reinó en su lugar unos pocos años; fue quitado por los romanos por ser aún más déspota y bárbaro que su padre. Jesús probablemente tuvo 2 o 3 años de edad cuando volvió.

            El relato sagrado dice que el retorno del niño a Israel de Egipto ocurrió para que se cumpliese “lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llame a mi Hijo” (v. 15). ¿Dónde está profetizado que Dios llama a su Hijo Jesús a volver de Egipto?  La referencia es a Os. 11:1, “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”. Es una palabra muy hermosa y tierna de parte de Dios refiriéndose a su amor por su pueblo que estaba en su infancia como nación, de cómo Él lo llamó desde Egipto. Juntamente con esta llamada vino el poder de obedecerla, la milagrosa  intervención de parte de Dios, las plagas de juicio sobre la nación opresora, el levantamiento de un líder para guiarlos, la sobrenatural presencia de Dios en forma de nube, que les marcaba el camino, y de columna de fuego, que los protegía de sus enemigos para poder realizar la escapada, la milagroso apertura del mar Rojo y el pasarlo en tierra seca, seguido eventualmente por la llegada a la tierra prometida, a Israel. Todo esto lo hizo Dios cuando llamó a su hijo Israel de Egipto para hacer posible su obediencia. Donde Dios llama, abre el paso. Pero, ¿qué tiene que ver con Jesús?

            Jesús vivió todas las experiencias que Israel vivió. Se establecen patrones en la Biblia y Jesús los cumplió. Esto es cumplir la Escritura. Se estableció el patrón que todo hijo de Dios es llamado de Egipto, que representa la esclavitud y la muerte. Israel salió de Egipto, Jesús salió de Egipto, y tú y yo hemos salido de Egipto a la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Después de salir fueron bautizados en el mar; Jesús fue bautizado, y tú y yo hemos sido bautizados. En la narración sagrada de la vida de Jesús, el evento que sigue su retorno a Israel es su bautismo: Mateo 2:23 es seguido por Mateo 3:13, con el paréntesis de Juan el Bautista en medio. Jesús explica que se bautiza para cumplir toda justicia, que significa cumplir las Escrituras.   

            Israel salió de Egipto para servir a Dios en el desierto, Jesús hizo lo mismo (Mateo 4:1) y nosotros también lo hacemos. El desierto fue un lugar de tentación para Israel (Deut. 8:2), para Jesús y para nosotros. Venció “y volvió en el poder del Espíritu a Galilea” (Lu. 4:14). ¡Que esto también se cumpla en ti y en mí! Que podamos vencer las tentaciones y vivir en el poder del Espíritu Santo, para que las Escrituras se cumplan en nosotros también como se cumplieron en Jesús.