LOS VALORES DE LA MUJER CRISTIANA (18)

“…con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Tim. 2:10).

            Ayer leemos una lista imponente de virtudes o valores que las Escrituras enseñan que deben tener la mujer que profesa piedad. ¿Qué hacemos con esta lista? Decidir si yo quiere ser una mujer según el patrón de Dios, o si quiero ir por las corrientes de este mundo o por los deseos de mi carne. La mayoría de las mujeres que leen estos devocionales hace años tomaron la decisión de seguir a Cristo, pero puede ser sin saber todas las implicaciones para ellas como mujeres. Puede ser que el modelo de su hogar era muy diferente, o incluso, el modelo de su iglesia, si esta era permisiva.

            La persona consecuente no va cambiando sus valores para acoplarse a la sociedad, y Dios menos: Él es eterno. No cambia. Lo que él vio bueno hace miles de años lo sigue viendo bueno, y lo que vio malo hace miles de años lo sigue viendo malo. En su infinita sabiduría escribió una Palabra para todos los tiempos y aquí la tenemos. ¿Deseas ser una mujer según su corazón o no? Si la respuesta es que sí, ya sabemos lo que tenemos que hacer: “Añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Pedro 1:5-7).Tenemos que hacer un esfuerzo y añadir estas virtudes a la fe que ya tenemos.

            Sería interesante repasar la lista y ponernos delante de Dios para que el Espíritu Santo examine nuestros corazones en cuanto a cada concepto: Deja que Él te hable acerca de actitudes que necesitas cambiar. Copiamos la lista de nuevo para repasarlo con esta oración: “Examíname oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salo 139:23, 24). Aquí está la lista otra vez. Los valores que necesitamos son:

Amor a Dios; el temor y la reverencia hacia Dios; la fe en Dios; la obediencia a su Palabra; la respetabilidad y dignidad de la soltería; la pureza sexual; el pudor; la virginidad antes del matrimonio; el amor romántico; el matrimonio cristiano; el sexo dentro del matrimonio; la fidelidad al compromiso matrimonial; la maternidad; tener y criar hijos; el respeto a la vida de todo ser humano desde su inicio hasta su ocaso; amor para la familia; ser buena esposa y madre cariñosa; la sujeción y respeto al marido; consolar y afirmar al marido en momentos de dolor y zozobra; animarle en su búsqueda de Dios y la santidad; ser cuidadora de la casa; la disciplina personal y de los hijos; el trabajo duro y honrado; ser emprendedora; la iniciativa; ser competente y buena administradora; la formalidad; el cumplimiento del deber; la abnegación; el desarrollo de la persona y el cultivo de sus dones; ser decisiva; ser gozosa; la sabiduría; la inteligencia; la hermosura, la femineidad; la elegancia; la dignidad; la humildad; la valentía; ser virtuosa; el patriotismo; la lealtad; ser agradecida; ser animosa; ser digna de confianza; ser esforzada; la misericordia; la clemencia; ser fructífera; la madurez; ser flexible y adaptarse; ser justa y irreprensible; la relación con Dios; la dedicación y la consagración a Dios; adorar a Dios; la oración ferviente; la meditación; la entrega a su voluntad; el acoplarse a lo que Dios permite; aceptar la realidad;  el servicio a Dios; la profundidad en las cosas espirituales; ser sociable; la generosidad; la constancia; el control de la lengua; ser buena; enseñar el bien; la templanza; ser hacendosa, la simpatía; la hospitalidad; socorrer a afligidos; gobernar bien la casa; ayudar a pobres; el amor en todas su facetas. Y sobre todo, el valor más importante es Cristo mismo. Valoramos su Persona, su obra de redención, su presencia, sus promesas y la esperanza de vida eterna en Él.