LOS VALORES DE LA MUJER CRISTIANA (16)

“Porque también se ataviaban en otros tiempo aquellas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos; como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis vendido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza” (1 Pedro 3: 5, 6).

El ejemplo que el apóstol Pedro pone no es el de una mujer contemporánea, sino el de Sara, que vivía unos 2000 años antes del apóstol, una mujer sumisa y obediente, a quien Dios exaltó. La llama “madre de todas nosotras”, y la pone como ejemplo de lo que es una mujer de Dios para todos los tiempos. Ella obedeció a su marido en situaciones complicadas de mucho peligro para la integridad física de ambos, y, por la valentía de la mujer, Dios obró milagros para proteger sus vidas (Gen. 20). Ella es ejemplo de una mujer que espera en Dios, estandosujeta a su marido, e hizo el bien, sin temor, en medio de grandes peligros. Sumisa y valiente, esta es Sara.

No era servil. Esto habría sido degradante. Una mujer servil, poca cosa, anulada, no atrae a ningún hombre. Sin embargo, por su belleza y su carácter, ¡ella atrajo al rey! El podría haber matado a Abraham para quedarse con su esposa, pero ella puso su vida por él. Fue llevada al palacio, pero Dios la sacó de allí sin que el rey la tocase. Esto es lo que hace Dios por la mujer que se somete a su marido: la guarda, y bendice al marido. ¡Tanto debe Abraham a la valentía de su esposa!

Ella le llamaba señor, pero no era su Señor: ella esperaba en Dios. No adoraba a su marido ni hacía de él las veces de Dios. Solo le llamó “señor” en su corazón cuando pensaba en él (Gen. 18:12), ¡no hablando con él! Esta fue su actitud hacía él, y nos habla de cómo debemos respetar a nuestros maridos. 

Vamos a otro tema: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4). Este es el último valor que vamos a mencionar en este breve repaso de los valores de la mujer cristiana. Ella valora la disciplina de sus hijos. Para conseguirla, colabora con su marido, bajo su responsabilidad en la disciplina de sus hijos. Quiere tener hijos obedientes y respetuosos que traten debidamente no solamente a los padres, sino a todos los que ejercen autoridad sobre ellos, empezando con el profesor del colegio (v. 1-3).

Este es otro valor que choca frontalmente con nuestra sociedad que no fomenta la disciplina de los niños, sino más bien les consciente y penaliza a los padres si los castigan físicamente. La Biblia enseña todo lo contrario: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Prov. 13:24). Muchos niños hoy día son consentidos, mal educados, rebeldes, desordenados y tozudos. ¡Compáralos con los de generaciones anteriores!, y esto va a peor. Con frecuencia ves un niño pataleando y los padres dándole lo que pide para apaciguarle. Hace poco un adulto corrigió un niño (correctamente y para su bien), ¡y el niño le dio una bofetada! ¡El padre del niño echó la culpa al adulto por corregir a su hijo! El amor disciplina (Heb. 12:6). Dios nos disciplina, y la mujer cristiana disciplina a sus hijos, porque los ama y quiere que sean responsables, maduros, respetuosos y bien educados para que en el día de mañana esté orgullosa de ellos, y ellos sepan enfrentar la vida.