BUSCAR A DIOS

“No hay quien busca a Dios” (Romanos 3:11). “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré” (Sal. 63:1).“Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la ley de Jehová. Bienaventurados los que guardan sus testimonios, y con todo el corazón le buscan” (Sal. 119:2). 

¿Qué significa “buscar a Dios”? Los creyentes normalmente piensan que esta expresión no se aplica a ellos, porque ya le conocen. Es cierto que le conocemos en cuanto a su salvación (Juan 17:3); le hemos encontrado. Pero hay mucho más. Si pensamos así, no hemos entendido bien el término. Buscar a Dios es cultivar una relación con Él, mantenerla, e ir profundizando en esta relación. Es como guardar la relación matrimonial. Cuando surge algo que crea conflicto o dolor, o se crea distancia entre la pareja, hay que repararlo.

¿Cómo? Hay que buscar un momento para hablar acerca de lo que haya sido. Hay que buscar entender el punto de vista del otro. Hay que buscar o procurar que te entienda a ti. Hay que ponerlo en palabras de tal manera que pueda ver por qué piensas como piensas. Hay que buscar una reconciliación, la unidad. También hay que buscar cosas que podéis hacer juntos. Hay que buscar su compañerismo y desarrollar la amistad. Hay que buscar oportunidades para hablar y comunicarse.

Con Dios significa lo mismo, salvando las distancias. Cuando notamos un alejamiento, aunque sea pequeño, entre nuestras almas y el Señor, hemos de buscar la causa y la resolución. ¿Hemos pecado? ¿Estamos desconfiando? ¿El enemigo se ha metido? ¿Estamos confundidos? Buscamos al Señor para saber lo que ha pasado y los pasos o cambios necesarias para rectificar. Si hemos pecado, buscamos su perdón al pie de la Cruz.

Hemos de buscar su presencia. Debería de ser un continuo, todo el día. Si no la notamos, la buscamos. No queremos vivir un momento fuera de su presencia.

Hemos de buscar oportunidades para alabarle, darle las gracias, y adorarle. Esto significa tener un lugar donde ponemos nuestra atención en ello. Buscamos un espacio que podemos dedicar enteramente a Él.

Buscar comprender su Palabra en comunión con Él. Esto significa buscar las respuestas a nuestras preguntas. Hemos de buscar las explicaciones a cosas en su Palabra que no entendemos.

Hemos de buscar su dirección en diferentes situaciones. Buscamos cómo tratar con cosas difíciles, o cómo hemos de actuar en medio de ellas. Hemos de buscar su consejo, su sabiduría.

Buscamos conocerle mejor y comprenderle; queremos comprender su mente, sus caminos, su punto de vista. Buscamos su opinión, su consejo, su voluntad, para saber lo que le gusta y lo que no le gusta. Buscamos complacerle y agradarle con nuestra vida.

Buscamos cosas para hacer con y para Él; buscamos servirle de la forma que le agrada. Buscamos llevar toda nuestra vida en real y práctica comunión y compañerismo con nuestro Dios. Como el Tabernáculo estaba situada en el mismo centro de las tribus de Israel cuando se acampaban, Dios quiere vivir en medio de nuestra vida, como el mismo centro. Y no hay cosa que nosotros deseamos más, y coincide con el deseo de Dios. Para ello hemos de buscar continuamente su rostro, y como Jesús prometió, el que busca halla.