UN CORAZÓN DE CARNE

“Y les daré un corazón, y les infundiré un espíritu nuevo, les quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne” (Ez. 11:19).

Muchos israelitas habían sido llevados a la cautividad. ¿Qué decían sus compatriotas de ellos, los que todavía quedaban en Jerusalén? ¿Los echaban de menos? ¿Estaban preocupados acerca de su suerte en Babilonia? ¡Qué va! ¡Estaban aprovechando de su desgracia para enriquecerse! ¡Y lo hacían bajo el disfraz de la espiritualidad!: “¡Se alejaron de Yahvé, a nosotros nos toca poseer esa tierra!” (v. 15). Cuando hay una guerra o un desastre ecológico, los sobrevivientes suelen aprovechar de la desgracia de otros para saquear sus tiendas y sus casas. Uno esperaría algo mejor de un pueblo que pretendía conocer a Dios, pero no, eran unos oportunistas, y lo único que les importaba de los exiliados era quedarse con sus casas y tierras.

¡Qué malo es el corazón humano! Dios lo sabe. Va a hacer una obra de misericordia y piedad en los que ya estaban en Babilonia. Consistía en tres partes: 1.Él va a ser un Santuario para ellos“Así dice Adonay Yahvé: Aunque Yo los arroje lejos entre las naciones, y aunque los dispersé entre los pueblo, con todo, le seré por un pequeño Santuario en las tierras adonde lleguen” (v. 16). ¡Qué hermoso es Dios! Estaban lejos del Templo, pero este Templo iba a ser destruida de todas formas. Los de Jerusalén se quedarán sin templo, pero los cautivos no. Dios va a ser un Templo para ellos. Se encontrará con ellos, se revelará a ellos y los guardará. 2. Los va a devolver a la tierra “que les toca poseer”. ¡Los depredadores no se quedarán con sus bienes! “Así dice Adonay Yahvé: Yo os recogeré de los pueblos, y os congregaré de las naciones en las cuales estáis esparcidos, y os daré la tierra de Israel” (v. 17). 3.Les va a cambiar el corazón. Volverán para limpiar la tierra de Israel de sus ídolos y abominaciones (v. 18) y Dios les dará un corazón nuevo: “Y les daré un corazón, y les infundiré un espíritu nuevo, les quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y Yo les sea por Dios” (v. 19, 20).

Su corazón no fue mejor del el corazón depravado de los judíos que se quedaron en la tierra. Ninguno de nosotros tiene un corazón noble y desinteresado. Todos necesitamos un corazón nuevo. El favor más grande que Dios puede hacer por un ser humano es darle un nuevo corazón. Esta es la salvación. Dios quita nuestro corazón de piedra y nos da un corazón humano, uno de carne. Somos inhumanos. Degradados. Desalmados. Insensibles. Somos capaces de cometer atrocidades. Esto lo vemos en las noticias cada día. Solo hace falta que hay una guerra para que salga lo peor de la persona. Ni esto. ¡Mujeres matan a sus propios hijos abortados y venden sus órganos! ¿Hay algo más degenerado que esto?

La salvación consiste en un cambio de corazón. Aprendemos a amar. Empezamos a andar en las ordenanzas de Dios, es decir, a amarle, a obedecer su Palabra y hacer su voluntad. Dios nos creyó con un corazón de carne, pero vino la Caída de nuestra raza y nos convertimos en seres menos que humanos, en bestias. La salvación restaura nuestra humanidad. Nos hace verdaderamente humanos.