“Me dijo luego: Entra, y contempla las perversas abominaciones que éstos hacen aquí” (Ez. 8:9).
Dios ya ha mostrado a su siervo el profeta la imagen del celo (8:5, 6). Quedan tres más para ver,“abominaciones mayores”, “cosas aun más detestables” (v. 6). Él y su guía divino pasan por un hueco en la pared y encuentran una puerta escondida que conduce a una de las dependencias del templo. En sus paredes están pintadas reptiles y bichos repugnantes y asquerosos, todas ellas de adoración prohibidas (Deut. 4:17, 18).
Setenta ancianos del pueblo están presentes con incensarios rindiendo culto a estos imagines. Entre ellos se encuentra el hijo de Safán, un tal Jaazanías. Safán era un hombre devoto a Dios, involucrado en el descubrimiento del Libro de la Ley en el templo durante del reinado de Josías (2 Reyes 22:3.14). Tres de sus hijos apoyaban a Jeremías durante tiempos difíciles cuando no era popular hacerlo. Este Jaazanías era la oveja negra de la familia. Parece que Ezequiel menciona su nombre aquí porque le impresionó verle participando en prácticas que molestarían el resto de su familia y ofenderían al Dios de su padre.
Según el comentarista, parece que estos líderes políticos están buscando congraciarse con los dioses egipcios para conseguir el apoyo de este país contra Babilonia. ¡En el templo de Dios solicitan la ayuda de los dios egipcios para defender Israel contra Babilonia! Ya no buscaban la ayuda de Dios, sino la del poder que antes los tenían esclavizados.“Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto lo que los ancianos de la casa de Israel están haciendo en la oscuridad, cada uno en sus cámaras plagadas de imágenes? Porque dicen: ¡Yahvé no nos ve! ¡Yahvé ha abandonado la tierra!” (8:12), ¡y el Señor está allí mismo escuchando cada palabra, viéndolo todo! Hasta este punto se habían apostatado. ¿Y yo? ¿He perdido tanto la fe en Dios que estoy buscando la ayuda del mundo?
Ya pasamos a la tercera escena, aun más detestable, cultos de duelo (8:14, 15). “Vi allí mujeres sentadas plañendo a Tamuz” (8:14). Ezequiel ahora se encuentra con su guía divina en el atrio principal en frente del templo. Estas mujeres, están llorando por Tamuz. Su consorte, la diosa Inanna, le expulsó al infierno donde perdió su poder. A partir de entonces el culto de endecha a Tamez parece haber sido una práctica muy popular en Babilonia, especialmente entre las mujeres. ¡Estas mujeres judías se dedicaban a endechar a un héroe muerto babilónico de la mitología pagana delante del templo de Dios! El dios Tamez se adoraba con ritos de fertilidad (para conseguir abundantes cosechas), magia, y duelo cultico, cosas propias del paganismo, pero expresamente prohibidos por Dios (Deut. 26:1-15). Habían perdido la confianza en Dios como su Proveedor y Sustentador y la habían puesto en un dios babilónico.
Israel estaba en una situación crítica. La gente se estaban muriendo de hambre, la amenaza de Babilonia colgaba sobre sus cabezas. En estos momentos evidenciaban lo que estaban en sus corazones: confianza en todo menos Dios. Cuando las cosas están tan mal que no podrían ser peor, ¿dónde pones tu confianza? En estos momentos tan negros sale a la luz.