“Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos” (Esdras 7:10).
Esdras preparó su corazón para buscar a Dios, meditar en su Palabra, hacer peguntas acerca de lo que no entendía, buscar respuestas, llevar a la práctica todo lo que sabía e iba aprendiendo y luego enseñarlo en Israel. Era buen maestro. ¿Cómo sabes si tienes el don de enseñar? Este don es necesario si vas a enseñar la Palabra de Dios desde el púlpito, en reuniones pequeñas, en el grupo de jóvenes, en la reunión de señoras, en la escuela dominical, o a inconversos en la calle. Puedes pensar que tienes el don porque ya lo haces, o porque tienes mucho conocimiento bíblico, o porque te gusta estar delante del público, o porque tienes un título académico al efecto, pero ¿cómo sabes realmente si Dios te ha dado el don de enseñar y eres apto para hacerlo? Aquí unas pautas:
1. Porque amas al Señor y su Palabra y la conoces bien y recibes invitaciones para enseñar.
2. Porque eres ejemplo de lo que enseñas. Encarnas la Palabra. Eres consecuente. Tu vida es un buen testimonio.
3. Porque has madurado. Estás libre del afán de protagonismo, de ser el centro de atención, de complacerte a ti mismo, de mandar, y de recibir aplausos de la gente. Solo quieres complacer a Dios. No buscas tu propia gloria.
4. Porque, después de enseñar, la gente te da las gracias y te dice que el mensaje les ha hecho bien.
5. Porque sabes captar y mantener la atención del público. No cuesta escucharte. No aburres a la gente.
6. Porque te haces entender. Eres un comunicador. Puedes presentar tus ideas de forma ordenada para que la gente te siga.
7. Porque se nota la presencia de Dios dando luz por medio de tus palabras.
8. Porque sabes lo que quieres comunicar antes de empezar y al final ves que el mensaje ha llegado.
9. Porque tienes la capacidad de recibir un mensaje de parte de Dios. Puedes oír su voz.
10. Porque la Palabra te ha bendecido a ti previamente. Te ha llegado. Dios te ha hablado.
11. Porque eres ordenado y disciplinado en tus pensamientos. No vas de acá para allá. Sigues el hilo. No te interrumpes con ideas que no tienen nada que ver.
12. Porque tienes un buen conocimiento del lenguaje. Tienes el vocabulario necesario para comunicar tus ideas. Usas las palabras correctamente. Dominas refranes y expresiones.
13. Porque sabes usar variedad en el tono. Puedes enfatizar, reprender, amonestar, edificar, consolar, etc. con el tono indicado.
14. Porque sabes aplicar la Palabra a la vida cotidiana. Eres práctico. Después la gente sabe lo que Dios espera de ellos.
15. Porque sabes estudiar la Palabra y meditar en ella para entender lo que el escritor sagrado está diciendo. Expones la Palabra de Dios, no tus propias ideas.
16. Porque puedes controlar el tiempo. Sabes resumir o extenderte, según el tiempo permite.
17. Porque has ganado el respeto y la confianza de tus oyentes. Te aprecian y te toman en serio.
18. Porque Dios te ha llamado a este ministerio y los resultados lo confirman.
19. Porque Dios te usa. Notas el gozo, la unción y el poder de Dios al ir dando la Palabra.
20. Porque disfrutas enseñando. No lo encuentras una tarea pesada. El uso de los dones da gozo.