“Y acuéstate tú mismo del lado izquierdo, y Yo echaré encima de ti la maldad de la casa de Israel, y los días que estés así acostado cargarás con su iniquidad” (Ez. 4:4).
Ahora hay un cambio de escena. Ezequiel ya ha comunicado con la primera actuación que Jerusalén va a estar sitiada, que Dios está airado y alejado de ellos y que ha escondido su rostro de su pueblo. Ahora Ezequiel tiene que cambiar de posición delante de sus espectadores para que entiendan otra cosa. Esta vez él representará el papel de sacerdote, el mediador entre Dios y el pueblo. Cargará con los pecados del pueblo, no para quitarlos, sino para mostrar que la causa del alejamiento de Dios es su pecado. Ezequiel tenía que repetir esta actuación durante 390 días, cada día representando un año en que Israel estaba alejado de Dios por su rebeldía. 390 años es el tiempo transcurrido entre la construcción del templo de Salomón y su destrucción en el año 586.
Durante los últimos 40 días de este periodo de tiempo, el profeta tenía que girar y tumbarse al lado derecho para representar el número de años que Israel iba a sufrir el exilio como castigo por su pecado. Comprenderían contando los días que 40 años representa una generación, como los 40 años que pasó Israel en el desierto con Moisés. El castigo era el exilo de Judá, lo que ellos estaban viviendo. Así que Ezequiel tenía que representar esta escena durante más de un años hasta que no quedase duda alguna en cuanto a lo que él estaba comunicando. Comprenderían que Jerusalén sufriría un largo exilio por su rebeldía contra Dios, y que la mayoría de ellos que estaban ya en Babilonia morirían en el exilio, lejos de la tierra de la promesa.
El siguiente acto representaba el hambre que iban a pasar los habitantes de Jerusalén durante el sitio de la ciudad. “Comerás tu alimento por peso: una ración diaria de veinte siclos; a una hora fija la comerás. Beberás el agua medida: la sexta parte de una cantarilla; a una hora fija la beberás” (4:10,11). Esta es una dieta muy escasa que a lo largo conduce a la muerte por el hambre. El profeta iba a comer solo esto en representación de la penuria que iban a sufrir los que se quedaban en Jerusalén. Iba a estar identificado con su sufrimiento. Él mismo estaría pasando hambre. Se le vería cada vez más flaco y pálido. El profeta no es solo uno que habla la palabra; sufre con su pueblo.
No solo iba a comer esta cantidad tan pequeña, su comida iba a estar cocinada con excremento de bueyes seco. Esto decía a sus espectadores que el exilio iba a ser horrible y humillante; las raciones impuestas serían insuficientes para los habitantes de Jerusalén, y, por otro lado, los exiliados tendrían que comer en tierra inmunda durante largos años. “Y me dijo: Hijo de hombre, he aquí rompo el báculo del pan en Jerusalén: comerán el pan por peso y con angustia; beberán el agua por medida y con espanto; para que al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman por su culpa” (4:16, 17). Esto es lo que iba a pasar en Jerusalén y el profeta de Dios pasaba hambre juntamente con ellos; los exiliados iban a ser humillados, y el profeta de Dios sufriría humillación juntamente con ellos. Tal es el papel del Mediador, bajo la ira de Dios ycompartiendo el sufrimiento humano, participando de ambos.