“Haciendo memoria de vosotros en mis oraciones para que Dios… os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él… para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado… y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros” (Ef. 1:16-19).
Pablo comprendía que ciertas cosas uno solo recibe por revelación de Dios. Él enseña, pero si Dios no revela lo que él está enseñando, la gente no lo va a comprender. Hay una sabiduría que procede de Dios y una comprensión de las cosas espirituales que el predicador no puede transmitir a su congregación. Si Dios no lo revela, no comprenderán que ellos (y nosotros) tenemos autoridad en Cristo en el mundo espiritual, que en Él estamos “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío” (1:21). No comprenderán para qué la necesitamos, qué significa, cómo se usa, ni siquiera que estamos en una guerra espiritual. Ellos vivirán como si Satanás no existiera. Sin la revelación de Dios los creyentes no entienden “cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (1:18). Vivirán como si está vida fuese la única que hay, sin comprender nada de lo que nos espera, y sin motivación para vivir para Cristo ahora. Por esta causa Pablo, habiendo oído de su fe, pide a Dios que les revele estas cosas.
¿Cómo es tu congregación? ¿Mundana? ¿Viven por las cosas de este mundo? ¿Piensan: “Vamos al culto, pero después saldremos a comer con la familia y lo pasaremos bien?”. ¿Ponen poco valor en las cosas espirituales? ¿Van a la iglesia como una actividad entre muchas? ¿Para ellos lo más importante es la familia y el trabajo? Pues, necesitan una revelación de Dios, del mundo espiritual y la vida venidera, y para ello, tú tienes que orar. ¿Piensan en Jesús tal como era cuando vivía en este mundo? Necesitan una revelación de su estado actual (1:20), y por ello tienes que orar. Esto aumentaría su vida de adoración y cambiaría su perspectiva de la vida y la eternidad.
¿Aman poco al Señor? ¿Tienen poco poder para resistir a la tentación? ¿Son creyentes débiles? ¿No se sienten amados por Dios? ¿Tienen poca experiencia del amor de Dios en sus vidas? ¿Les falta amor para los demás? ¿No conocen la plenitud del Espíritu Santo? Necesitan que tú ores la segunda oración de Pablo en Efesios: “Por esta causa doblo mis rodillas… para que os dé el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que seáis capaces de conocer el amor de Cristo… para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (3:14-19).
Estas dos oraciones del apóstol Pablo cubren las necesidades básicas de todo creyente. Si ves que los miembros de tu congregación van asistiendo, más o menos, pero no ves ningún cambio en sus vidas, que son más o menos como siempre, pero con un poco más conocimiento de la Biblia, ponte a orar. Necesitan una revelación de Dios Padre, y necesitan el poder del Espíritu Santo, y necesitan conocer, experimentar y crecer en el amor de Cristo (1:17; 3:16; 3:19). Un creyente que entiende cuál es su esperanza eterna, la grandeza del poder de Dios operando en él, uno que ha sido llenado de este poder y del amor de Dios, es un creyente maduro. ¡Es un milagro de Dios andando! Es un ejemplo de cómo Dios puede transformar una vida. Esta es la voluntad de Dios para cada uno de nosotros. ¿Y qué necesitamos hacer? Orar.
Esto es lo que hizo Pablo, dio enseñanza (1:1-14) y luego oró para que Dios hiciese la parte que solo Él podía hacer (1:15-23). Luego da más enseñanza (2:1-3:13) y ora una segunda vez (3:14-21), que Dios obre en ellos. Ora por los que tú conoces, que Dios le revele cosas y que obre en ellos, ¡y en ti misma! Esta es la forma de ver vidas transformadas.