“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Cor. 10:13).
“Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida terna” (Jn. 6: 68).
Hoy día todo el mundo tiene problemas. Si no es con el trabajo, es con la iglesia; si no es con la iglesia, es con la salud; si no es con la salud, es con la familia. Si no te acoges fuertemente al Señor, no vas a poder resistir.
Puedes con un problema. Sacas fuerzas y aguantas. A éste se le añade otro, y todavía puedes. Pero cuando ya son cuatro o cinco, y todos gordos, te hundes si no te acoges al Señor. El enemigo sabe lo que hace falta para hundirte. Sabe por dónde remitir contra ti. ¿Cuál es la cosa que no podrías soportar? ¿Cuál es tu punto débil? ¿Los hijos? Puedes resistir problemas con la suegra, la iglesia, la salud, pero cuando se trata de los hijos, ya no lo puedes soportar, y te hundes. Tu fe no resiste. Te arremetes contra Dios. Esto es lo que el enemigo quiere.
En el caso de Job, primero fueron los bueyes y los burros, luego perdió las ovejas, luego los camellos, y finalmente a los hijos: “Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y postró en tierra y adoró” (Job 1:20). Visto que todo esto no lo puso en contra de Dios, el enemigo intentó con la salud, y finalmente con la esposa: La respuesta de Job se ha hecho famosa: “¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (2:10). Nada de lo que pudo hacer el diablo pudo hacer que Job se arremetiese contra Dios. Mantuvo su fe en Él. Trató al Omnipotente con temor y reverencia. Aceptó lo que Dios permitió.
Has sido valiente. Has sobrevivido la primera prueba. A ésta se sumó la segunda. Luego la tercera y la cuarta. Sabes lo que el enemigo pretende, que te ofendas con el Señor, que te enfades con Él, y que te alejes de la íntima comunión con Él que siempre ha sido vida para ti. ¿Cuál es la cosa que no puedes resistir? ¿Te ha ocurrido? ¿Y ya te hundes? Acógete fuertemente al Señor. No te alejes. No dejes que entre la amargura o el resentimiento, porque entonces el enemigo gana. Éstos separan de Dios. En tu consternación, el Señor te pregunta: “¿Esto te ofende?” (Juan 66:61). Muchos se ofenden y se alejan (6:66). El Señor te pregunta: “¿Quieres dejarme tú también?” (Juan 6:67). Y Pedro contesta por ti: “Señor, ¿a quién iremos? Solo Tú tienes palabras de Vida” (6:68). Estas palabras no solamente sirven para salvación, sino también para mantenerte viva, cerca del Señor, para fortalecer tu espíritu, para que puedas soportar lo que crees es demasiado para ti. Sus palabras son Espíritu y Vida para ti (Juan 6:63).
Acógete fuertemente al Señor en esto que pasa ahora. No hay otro. Agárrate a Él con todas tus fuerzas. Escucha las palabras que te va a decir, porque son ellas que te darán vida en esta prueba de tu fe. Creyente, acude a Cristo y te hablará las palabras de vida que te mantendrán junto a Él en este tramo del Camino. Amén.