“Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: Hipócritas… dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres” (Marcos 7:5, 6, 8).
Según la tradición de los hombres, ¿qué constituye un buen cristiano? Pues, uno que es miembro de la iglesia, asiste regularmente a las reuniones, y participa activamente en la vida de la iglesia. Si nos fijamos, todas estas cosas son externas. No nos dicen nada acerca de la relación que esta persona sostiene con Dios.
Jesús dijo que, para los fariseos, lo importante era lo externa y lo religioso, como el lavar los jarros y los vasos de beber (v. 8), sin atender a lo que hay dentro de su corazón: “Decía, que lo que del hombre sale, esto contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (v. 20-23). Una persona puede asistir a la iglesia todos los domingos, participar en el grupo de alabanza, enseñar en la escuela dominical, formar parte del consejo de la iglesia y, a la vez, tener malos pensamientos, envidia, maledicencia, soberbia ¡y estar conviviendo con el novio! Todos conocemos a personas así. Van con las tradiciones de los hombres y no con la Palabra de Dios. ¿Estoy yo en este grupo? Que cada uno se examine. El poder del engaño es muy fuerte.
Otra cosa que dice el Señor: “Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: él que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido” (v. 10-13). En lugar de dar su dinero a sus padres necesitados, lo da a la iglesia. En lugar de dar su tiempo para ayudarles, lo da a la iglesia. En lugar de sacrificarse para que ellos estén atendidos, se dedica a ministerios en la iglesia. Según Jesús, esta persona es una hipócrita.
· Una persona que dice que cree en la Biblia y no la lee y medita en ella cada día es un hipócrita (Salmo 119:97).
· Uno que lee la Biblia y no pone en práctica lo que lee, es un hipócrita (Santiago 4:17).
· Uno que dice que ama a Dios y no ama a su prójimo es un hipócrita: “El que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:20, 21).
· Uno que dice que ama a su hermano y no le ayuda es un hipócrita (Santiago 2:14-17).
· Uno que es de una manera en la iglesia y de otra fuera es un hipócrita.
Para Jesús un buen creyente es uno que ama a Dios con todo su corazón y a su prójimo como a sí mismo, de forma práctica (Mat. 22:37-40). Que Dios nos ayude a ser auténticos.