RELACIONES SEXUALES ILÍCITAS

“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo” (Salmo 119:97, 98).

            Vivimos en una sociedad altamente pervertida. Oímos las trágicas historias de mujeres que han sido violadas por familiares y sufren la vergüenza y humillación el resto de sus vidas. La Palabra de Dios es muy clara en cuanto a dónde poner los límites. Lástima que la sociedad se haya alejado tanto de Dios, porque estamos sufriendo las consecuencias. Por otro lado, gracias a Dios por los restos del cristianismo en nuestro país, porque los países que nunca han sido gobernados por la Palabra de Dios permiten verdaderas aberraciones aquí prohibidas. Lo que la ley de Dios enseña acerca de relaciones ilícitas viene aquí con todo detalle. Citamos Levítico 18 del NTV:

“Nunca deberán tener relaciones sexuales con un pariente cercano, porque yo soy el Señor” (v. 6). “No deshonres a tu padre teniendo relaciones sexuales con ninguna de las esposas de tu padre, porque eso deshonraría a tu padre” (v. 8). “No tengas relaciones sexuales con tu hermana o media hermana” (v. 9). “No tengas relaciones sexuales con tu nieta” (v. 10). “No tengas relaciones sexuales con la hija de una mujer que se case con tu padre, porque ella es tu hermana” (v. 11). “No tengas relaciones sexuales con tu tía” (v. 12). “No tengas relaciones sexuales con tu nuera” (v. 15). “No tengas relaciones sexuales con tu cuñada” (v. 16).

“No tengas relaciones sexuales con una mujer y su hija, y no tomes a su nieta, sea la de su hijo o de su hija, para tener relaciones sexuales con ella, porque son parientes cercanos, y esto sería un acto perverso” (v. 17). “Mientras viva tu esposa, no te cases con su hermana, ni tengas relaciones sexuales con ella, porque serían rivales” (v.18). “No tengas relaciones con una mujer durante su periodo de impureza menstrual” (v. 19). “No te contamines a ti mismo al tener relaciones sexuales con la esposa de tu vecino” (v. 20).

“No permitas que ninguno de tus hijos sea ofrecido como sacrificio a Moloc, pues no debes traer vergüenza al nombre de tu Dios. Yo soy el Señor” (v. 21). “No practiques la homosexualidad, al tener relaciones sexuales con un hombre como si fuera una mujer. Es un pecado detestable” (v. 22). “Un hombre no debe contaminarse a sí mismo al tener sexo con un animal. Tampoco una mujer se ofrecerá a una animal macho a fin de tener relaciones sexuales. Esto es un acto perverso” (v. 23).

            Muchos preguntan por qué arrojó Dios de forma violenta a las naciones que antes vivían en Israel. Esta es la explicación: “Todas estas actividades detestables las practican los pueblos de la tierra a donde los llevo, y de esta manera la tierra se contaminó. Así que no contaminen la tierra ni le den motivos para que los vomite de ella, así como vomitará a los pueblos que viven allí ahora. Cualquiera que cometa alguno de estos pecados detestables será excluida de la comunidad de Israel. Por lo tanto obedezcan mis instrucciones y no se contaminen a sí mismos a cometer cualquiera de estas prácticas detestables que cometieron los pueblos que vivieron en la tierra antes que ustedes. Yo soy el Señor su Dios” (v.27-30). Todo esto es detestable ante Dios.