HIJOS MAYORES CONSENTIDOS

“Tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. Ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Heb. 12:9, 11).

            Tenemos ante nosotros  una generación de hijos consentidos que nunca fueron disciplinados y ahora se han hecho mayores. De pequeños salieron con lo suyo y ahora son adultos egoístas, desalmados, inmorales, engañosos, traidores y desagradecidos que no quieren a sus padres, como el hijo prodigo que quería sacarle la herencia a su padre aun antes de que muriera. Los hay que no pueden esperar a que sus padres se mueran para heredar sus bienes, sino que traman chanchullos para despellejarles de todo cuanto tienen y dejarles en la calle sin nada.

            Estos hijos suelen ser gandules. No trabajan, no porque hay crisis, sino porque no son responsables. No son emprendedores y no tienen iniciativa. Dependen de sus padres, aunque tengan 30 años. Exigen que sus padres les den dinero, y los padres  consienten, porque tienen miedo a perderlos y quedarse solos en su viejez. Piensan que es su deber como padres atenderles. No conciben de un padre que ponga a su hijo en la calle. Así que dan y dan y dan. Piensan comprarlos con dinero, pero están engañados. No se dan cuenta de que sus hijos no los quieren, que están aprovechándose de ellos, y que los han perdido ya hace muchos años. Están ciegos estos pobres padres. Piensan que es normal que un hijo de 35 años dependa económicamente de ellos. Si rehúsan cuando el hijo les pide dinero, este monta un escándalo que les deja temblando, y ceden a sus demandas. Estos hijos están controlando a sus padres por medio de los temores de sus progenitores. Usan manipulación, engaño, chantaje emocional, abuso verbal para sacar de ellos lo que quieren.

            Lo que estos padres necesitan comprender es que si siguen con el mismo trato hacia sus hijos, van a conseguir los mismos resultados. Si en 30 años cediendo a sus exigencias, no han conseguido su afecto, no lo van a conseguir con unos años más de lo mismo. Nada va a cambiar a no ser que los padres cambien su forma de tratarlos. Estos cambios empiezan cuando los padres se arrepienten por no haber seguido las instrucciones dadas por Dios en su Palabra. La forma de perder a los hijos es no disciplinarlos. Consentirlos no los conserva. No consigue su amor. No los lleva a Cristo. Los lleva al mundo y, finalmente, al infierno. Estos hijos terminan abandonando a sus padres en residencias de mala muerte. En su vejez los padres se encontrarán solos, sin nada y sin nadie. España está llena de hogares de ancianos con padres abandonados, padres con tres o cuatros hijos, ninguno de los cuales está dispuesto a cuidarles en su ancianidad. Esta es una tragedia nacional. Se podría haber evitado si los padres cristianos hubiesen obedecido las Escrituras como: Prov. 3.11, 12; 13:24; 15:5; 19:30; 20:30; 22:13-16, 22, 24; 23:12-16, 22; 24: 24, 25; 29:17; 31:28.

            Si ya es tarde, no pidas a Dios por la salvación de tus hijos, pide que te perdone. Cambia tu manera de relacionarte con tus hijos si los quieres ver salvos. Humíllate por tu obstinación en lo que te parecía a ti mejor que el consejo de Dios, y verás lo que Dios puede hacer para ti y para tus hijos.