“Habla a los hijos de Israel y diles: Estas son las solemnidades de YHVH en la cuales proclamaréis santas convocaciones. Estos son mis tiempos señalados: Seis días se trabajará, pero el séptimo día será sábado de reposo solemne, santa convocación. No haréis ningún trabajo. Es sábado para YHVH en todos vuestros asentamientos” (Lev. 23:2, 3).
Vamos a empaparnos un poco más en las verdades de Dios acerca del día de reposo. ¿Hay algo más necesario para nosotros en los días de estrés en los cuales nos ha tocado vivir que aprender a descansar como Dios aquí nos enseña? Si vives una vida ajetreada, siempre corriendo para no llegar tarde al próximo compromiso, si el tiempo no te cunde y tu lista de quehaceres crece en lugar de acabarse, si vas a una velocidad tal que caes muerto en la cama cada noche, o ni puedes conciliar el sueño pensando en todo lo que tienes que hacer, el Señor te quiere hablar para que cambies tu estilo de vida radicalmente antes de enfermarte, y dediques un día de siete a descansar.
El día de reposo, o un día de descanso, aunque no sea ni el sábado, ni el domingo, es una “santa convocatoria”. Dios te ha convocado. Te quiere llevar aparte para que descanses. Descansar no es ir a cultos. Es relajarte en la presencia de Dios para escucharle a Él. Esto es lo que nos renueva.
Además de ser una convocación, es una convocación santa, una invitación santa, para realizar una actividad santa. Es un sábado de “descanso solemne” (RSV). No es un día de jaleo o diversión a lo loco, tampoco un día para gratificar nuestros deseos carnales, ni de comer más de la cuenta, sino un día de descanso solemne, de recogimiento, meditación y tranquilidad.
“Es un sábado al Señor”. Es del Señor, para el Señor, de cara al Señor, y pertenece al Señor. ¡El Señor es tan generoso que te pide que te cuides y lo toma como servicio para Él, porque te quiere!
Hemos sustituido cultos por el tiempo pasado “en remojo” a solas con el Señor, para empaparnos de Él, llenarnos de su Palabra, estar con Él para recibir su orientación, su enfoque sobre nuestra vida, su punto de vista sobre nuestro mundo y la eternidad. Cada cosa tiene su lugar, el culto tiene el suyo, y el tiempo a solas con Dios el suyo.
El cuerpo necesita descanso. La mente necesita renovarse. El espíritu necesita descargarse y llenarse de vida celestial procedente de Dios. Un día en siete es la proporción que Dios ha determinado que nos hace falta. El descansar ha sido idea de Dios, nuestro Creador, que sabe como estamos hechos y lo que necesitamos. Es su provisión para nuestro bienestar, y se deleita en dárnosla.