ACUSACIONES VÁLIDAS Y NO VÁLIDAS

“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro…” (Juan 8:3).

            No había ninguna duda acerca de la culpabilidad de la mujer, fue cogida en el acto. Había testigos. Se podía comprobar que había roto la ley de Dios. Las acusaciones válidas son de la clase que se puede comprobar. Hay evidencia. Hay testigos. Lo que no podemos admitir son acusaciones acerca de sospechas, o supuestas motivaciones, o lo que creemos que la persona está pensando, o cuáles son sus intenciones. Solo Dios conoce el corazón. El Señor Jesús dijo: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio, pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mat. 5:27, 28). Pero no podemos acusar a una persona de haber cometido adulterio en su corazón. Esta es la obra del Espíritu Santo. Él es el que escudriñe los corazones y sabe cuáles son los pensamientos y motivaciones de la gente. La persona en cuestión sabe si tiene deseos impuros, Dios lo sabe, pero nosotros no lo sabemos. Lo que sí sabemos reconocer es conducta incorrecta que se puede observar.

            Hace años, unas mujeres vinieron a un pastor pidiendo que pusiera en disciplina a una mujer que siempre estaba con un hombre casado. Intercambiaron miradas de  complicidad. Varias mujeres los habían visto juntos en diferentes lugares. Asistieron a reuniones juntos. Pero esto no consiste en evidencia válida para decir que había una relación ilícita entre ellos. La mujer en cuestión insistía en que el pastor debía disciplinar a las marujas que la acusaban, decía que la estaban calumniando. Tenía un pico de oro y se defendía muy bien. Había mucha tensión en la iglesia. Pero hacía falta evidencia. Finalmente la hubo, evidencia concreta, comprobable, y salió que esta mujer llevaba en su vientre el hijo del hombre casado. Dios es capaz de hacer que la verdad salga a la luz, porque vela por su iglesia.

Cuando alguien acusa a un hermano con la clase de acusación que no se puede comprobar, no debemos creerlo hasta que no haya evidencia. Podemos ponerlo en oración y pedir que Dios provea esta evidencia. Mientras tanto, no decir nada, ni pensar nada.

Las acusaciones no válidas son de esta clase: “Fulano es un trepa. Lo que él busca el figurar, ser importante, tener poder, etc.”. No sabemos lo que hay en el corazón de esta persona. Solo sabemos lo que hace. ¿Está bien su comportamiento? ¿Sirve a otros? ¿Predica bien? ¿Usa la palabra de Dios correctamente? ¿Visita enfermos, ayuda a otros, muestra el amor cristiano? ¿Cumple con sus responsabilidades? Estas cosas se ven, pero su corazón no se ve. No sabemos cuál es su motivación. Puede ser el amor, o puede ser un deseo egoísta, solo Dios sabe, pero no podemos juzgar en base a sospechas. 

En cuanto a nuestra propia motivación, nuestra oración al Señor es: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” (Salmo 139:23, 24). Queremos hacer el bien con motivaciones puras, desinteresadas, por amor al Señor y al hermano. Si hago el bien sin amor, “si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres,…y no tengo amor, de nada me sirve” (1 Cor. 13:3). Que Dios nos dé sabiduría, discernimiento, y humildad en todas estas cosas.