JESÚS, NUESTRO EJEMPLO EN LA CARRERA (2)

“Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:1, 2).

Seguimos señalando los estorbos que Jesús superó, las trampas en las cuales no cayó para poder cumplir perfectamente la voluntad de Dios para su vida. Estas mismas cosas son los pesos de los que nosotros tenemos que despojarnos si vamos a correr con éxito la carera de la fe. 

·       Una falsa santidad farisaica. Pudo asociarse con pecadores sin contaminarse con el mundo (Mat. 9:11-13).

·       Conseguir adeptos prometiendo una vida fácil de riquezas y popularidad. Les avisó que si querían seguirle, tendrían que tomar su cruz (Lu. 14:27).

·       Permitir que la familia le estorbasen en su obediencia a Dios. (Mar. 3:31-35; Mat. 10. 34-37).

·       Depender de la gente, de sus profesiones de fe y lealtad. Sabía lo que estaba en el hombre. No puso su confianza en las buenas intenciones de la personas. (Juan 2:24, 25). Al final, todos le abandonaron.

·       La impaciencia. Aceptó que su reino vendría en su plenitud más adelante (Hechos 1:6-11). Estaba dispuesto a esperar hasta que los gentiles entrasen.

·       Hacer una división entre lo cotidiano de lo espiritual. Comprendió que todo es uno, que todo se hace para Dios. Pudo pasar 30 años trabajando de carpintero y considerarlo ministerio (Lu. 3:23 con Col. 3:23).

·       La pobreza. No tuvo nada propio, ni casa, ni lugar donde recostar la cabeza. No cayó en la tentación del materialismo (Lu. 9:58).

·       Los demonios y Satanás mismo. Resistió toda tentación y toda trampa suya por percibir que aquella era una tentación. De entrada parece acertado, pero no es el camino de Dios (Mat. 4:11).

·       Conseguir el reino por el camino de Satanás. Esto incluye métodos mundanos. Satanás te lo regala, si le adoras. No tendrás que sufrir, pero no salvarás a nadie, y te condenarás a ti mismo (Mat. 4:9, 10). 

·       La interrogación de parte de los enemigos. Dio buen testimonio a la hora de ser interrogado (1 Tim. 6:13).

·       La muerte. No la temió. Dijo que para esto había venido y se preparó para ella (Mat.16:21).

·       El abandono del Padre. Siguió confiando en Él (Lu. 23:46). Nunca nos pasará tal cosa, pero podríamos creer que sí. En tal caso, seguimos confiando, como hizo Jesús.

“Considerad aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado” (Heb. 12:3-4). Jesús es nuestro ejemplo al superar todas estas cosas, que nosotros también hemos de superar si vamos a correr bien la carrera que tenemos por delante.