DESCANSO

“Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido” (Rut 1:8, 9).

            En esta amada historia, Noemí está preocupada con el tema del descanso. Desea que sus nueras encuentren descanso cada una en la casa de un nuevo marido. Esta palabra “descanso” está cargada de significado. Noemí no está pensando que sus nueras están cansadas y que necesitan ir a casa de un nuevo marido donde no tendrán que trabajar, ¡qué él hará todo el trabajo! No significa descansar en la cama sin hacer nada para recuperar fuerzas. Lo que Noemí desea para sus nueras es que encuentren contentamiento y bienestar en la casa de un muevo marido donde tengan tranquilidad y paz, aquel reposo interno que viene cuando la mujer se encuentra segura porque sus necesidades están satisfechas, porque se siente amada y apreciada, valorada y respetada, protegida y atesorada. Estas son las necesidades del corazón de una mujer. Quiere tener un hombre que vele por ella, que la ame y cuide. Si este es el caso, aunque esté muy ocupada con muchas responsabilidades, por dentro está en paz y feliz. Su marido será un refugio para ella. Esto es el concepto hebreo de descanso.

            Rut encontró este descanso en medio de la ardua faena de espigar en los campos de Booz. Estaba protegida. Booz había mandado a sus criados a que no la molestasen. Y a ella le dijo que se sentase con sus segadores para comer. Había provisión y atenciones personales. Rut vio que se había preocupado de ella y que estaba pendiente de sus necesidades. Después de comer “se levantó para espigar” (v. 15), renovada.

            “Entonces le dijo su suegra Noemí: Hija mía, ¿no he de buscar reposo para ti, donde te vaya bien?” (3:1, BTX).  En otras traducciones pone: “¿No he de buscar hogar para ti, para que te vaya bien?” (R. V.). Es la misma idea. La mujer necesita un hogar, un lugar de reposo. Noemí estaba feliz con su suegra. Se avenían. Tenían lo básico. Pero la mujer necesita mucho más que una casa donde vivir en la compañía de su madre, hermanas o una amiga; necesita el amparo de un hombre. Nuestra sociedad se está alejando de esto cada vez más al perder la distinción entre hombre y mujer, pero las necesidades de ambos son diferentes. La mujer necesita protección, amor, seguridad, provisión, y el hombre necesita suplir estas necesidades. Por moderno que sea la sociedad, las necesidades de la mujer no han cambiado. El hombre necesita ser el fuerte protector y proveedor. Dios nos hizo así para complementarnos el uno al otro.

            Cuando Rut mostró su disposición de recibir a Booz como su marido según la ley de Moisés, ¡Booz responde con palabras de agradecimiento! “Bendita seas tú de Jehová, hija mía; has hecho mejor tu postrera bondad que la primera, no yendo en busca de los jóvenes, sean pobres o ricos. Ahora, pues, no temas, hija mía; yo haré contigo lo que tú digas, pues toda la gente de mi pueblo sabe que eres mujer virtuosa” (Rut. 3:10, 11). ¡Con qué palabras más hermosas muestra su aprecio de Rut! Le da tranquilidad: “No temas”. Él se va a ocupar de sus necesidades. Él mismo terminará siendo la provisión para su paz. El deseo de Noemí es cumplido y Rut encuentra descanso en el hogar de Booz, su nuevo marido.