SU PRIMERA Y SEGUNDA VENIDA

“Decid a las naciones; Jehová reina. También afirmó el mundo, no será conmovido; juzgará a los pueblo en justicia… Entonces todos los árboles del bosque rebosarán de contento, delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad” (Salmo 96:10-13 y Salmo 98:8, 9).

¿Alguna vez te has preguntado: ¿Qué cantaba la iglesia hace muchos siglos? ¿Cómo eran sus himnos navideños? Aquí tenemos un himno del siglo V. Es rico en enseñanza. Cantaron que nació Jesús como el Salvador y que es muy importante recibir esta salvación, porque en su próxima venida vendrá como Juez.

¡Escuchad! Una voz emocionante suena: “Cristo se acerca”, parece decir. Desecha las obras de las tinieblas, o hijo del día.

Despertado por el aviso solemne, que el alma terrenal se levante; Cristo, su sol, todo mal despejando, ilumina el cielo matutino.

He aquí, el Cordero, tanto tiempo esperado, baja del cielo, viene con perdón; démonos prisa, con lágrimas de de arrepentimiento, todos y cada uno, para ser perdonados;

Para que en su próxima venida en gloria, cuando el mundo esté envuelto en terror, con su misericordia nos proteja, y con palabras de amor nos acoja. 

Honra, gloria, poder, y bendición sean a Dios: Padre, Hijo y al eterno Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno latino, siglo V,
Traducido al inglés por Edward Caswall, 1814-78.

Jesús vino la primera vez para salvar. La segunda vez vendrá para juzgar. Santiago nos recuerda que: “El Juez está delante de la puerta” (Santiago 5:9). Su segunda venida se aproxima. Jesús es el Juez: “Él (Jesús) es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos” (Hechos 10:42). Las Escrituras lo afirman muchas veces: “El Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino” (2 Tim. 4:1). Normalmente pensamos en Dios Padre como Juez, pero esta responsabilidad ha sido designada al Hijo. El Señor Jesús mismo dijo: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22).

En vista del juicio que se aproxima, es urgente que el hombre se prepare por medio del arrepentimiento y la fe en Cristo. Si no le recibe como Salvador, le tendrá que enfrentar como Juez: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto estableció un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (Hechos 17:30, 31).  Jesús ha sido juzgado por nuestro pecado y ha sufrido la pena de muerte por nuestras transgresiones. Los que no aceptan su condena y juicio en su lugar serán juzgados por Él y tendrán que sufrir ellos mismos su propia condena. Cuando Él venga la oferta de salvación se caducará, solo quedará horrenda expectación de juicio. Tan seguro que vino la primera vez, vendrá la segunda, pero esta vez será muy distinta. Sin embargo, para nosotros que amamos su venida, la palabra es “¡Regocijaos!”.