¡POR QUÉ SE PIERDE LA GENTE?
“No hay hombre que se arrepienta de su mal, diciendo: ¿Qué he hecho?” (Jer. 8:6).
Jeremías tuvo la experiencia horrible de ver la desintegración de su pueblo, su apostasía, y las consecuencias inevitables. ¿Por qué se perdieron? Su libro nos da una amplia respuesta.
· Porque amaban al pecado.
· Porque no querían saber la verdad.
· Porque se engañaban a sí mismos.
· Porque practicaban una mezcla de culto a Dios y culto a la idolatría del mundo.
· Porque profesaban fe en Dios, pero su corazón estaba lejos de Él.
· Porque no sentían gratitud a Dios.
· Porque eran egoístas.
· Porque amaban al placer más que a Dios.
· Porque eran desobedientes a sus padres.
· Porque rehusaban considerar la evidencia que estaba delante de sus ojos.
· Porque eran estúpidos y ignorantes y no querían aprender.
· Porque eran tozudos y insistían en su propia voluntad.
· Porque no enfrentaban las consecuencias de sus acciones.
· Porque no querían oír la verdad acerca de sí mismos.
· Porque no amaban a otros, porque los trataban con injusticia, y les hacían daño.
Por estos mismos motivos se pierde la gente a nuestro lado: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos, porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Tim. 3:1-5). Por esto se condenan. La perdición no es por falta de conocimiento, es por la condición del corazón.
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en su razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios. Y como ellos no aprobaron tener encueto a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no con vienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injustos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afectos natural, implacables, sin misericordia”(Ver Romanos 1: 18-32). Por esto se pierde la gente. Porque buscan su propia condenación.