GUARDA TU ESPÍRITU

“Entonces, volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois” (Lu. 9:55).

            En este contexto, la palabra “espíritu” significa actitud, disposición, humor. Tiene que ver con el ambiente espiritual que proyectamos. El que se acerca a nosotros, ¿qué percibe? ¿Confianza en Dios, alegría y gozo en Él, ánimo y fe, una actitud de adoración y esperanza en Dios, u otro espíritu, producto de las circunstancias inmediatas? Cualquier espíritu que interrumpe el espíritu de adoración es malo.

Si algo ha pasado y de repente nos encontramos con una actitud de enfado, crítica o descalificación, si nuestros sentimientos están lastimados y sentimos pena por nosotros mismos, si buscamos conmiseración, está mal. Si nos sentimos derrotadas, desesperadas porque no vemos ninguna solución, si hemos perdido toda esperanza en que habrá cambios, si hemos perdido la mirada hacia arriba, mal, porque nuestros ojos están puestos en lo que tenemos delante de nuestra cara, y a Dios lo tenemos muy lejos. Una actitud de preocupación afecta a los que tenemos alrededor. Significa que no hemos echado nuestra carga sobre el Señor y no creemos que Él puede hacer nada para ayudarnos.

Cuando encontramos que algo ha interrumpido el culto de alabanza que debe estar en progreso todo el tiempo en nuestro corazón, es el momento para actuar, confesar nuestro pecado, y rectificar. El creyente que va bien tiene las actitudes que el apóstol Pablo enumera al final de su carta a los corintios. Su iglesia no era perfecta, pero, a pesar de todo, esto es lo que él les dice: “Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros” (2 Cor. 13:11). Veamos el texto:

·        Tiene que haber gozo a pesar de todo, el gozo de Dios que no cambia.

·        Tiene que haber un deseo que seguir madurando. Esto implica seguir aprendiendo, seguir recibiendo corrección, seguir meditando en la Palabra y perseverando en oración, y seguir cultivando nuestra relación con el Señor.

·        Hemos de ir consolándonos los unos a los otros. Es cuestión de ir por la vida consolando a tus hermanos.

·        Tenemos que fomentar la unidad, no ser causa de división.

·        Hemos de vivir en paz. Esto no significa paz a cualquier precio, sino la paz que es posible, dado como es la otra persona. En lo que depende de nosotros, va a haber paz.

Y el resultado de todo esto es que el Dios de paz y de amor estará con nosotros. Tendremos paz en nuestro corazón para seguir alabando y adorando a Dios y tendremos paz con los que están alrededor. Y también nos sentiremos amados por Dios y amaremos a otros. ¡Qué ambiente más hermoso vamos a proyectar: uno de paz y gozo! Se notará la presencia de Dios. Los que se acercan recibirán la bendición de su presencia, su gozo y su paz y su amor.  ¡Y en nuestros corazones, continuará sin interrupción el culto de alabanza!