Babilonia (2)

LA CAÍDA DE BABILONIA (2)

“Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová”(Jer. 51:45). “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, o seréis castigados junto con ella” (Ap. 18:4, RV y NTV).

            De la misma manera que Babilonia fue juzgada por sus atrocidades, sus crímenes contra la humanidad, su inmoralidad, su materialismo, su insolencia contra Dios, la destrucción de su templo y su burla de su poderío, su orgullo y jactancia de su invencibilidad,  su confianza en sus ídolos y su desprecio del Dios de Israel, de esta misma manera será juzgado el mundo entero por las mismas cosas. Babilonia es la torre de Babel, es el mundo que prescinde de Dios en su autosuficiencia, es la sociedad que se  alza en su soberbia, opulenta, independiente, corrupta, en sus borracheras y inmoralidad desenfrenada. Sobre este mundo impío cae el juicio de Dios.

            “¡Ha caído Babilonia esa gran ciudad!… Pues sus pecados se han amontonado hasta el cielo y Dios se acuerda de sus maldades. Háganle a ella lo que ella les ha hecho a otros. Denle doble castigo por todas sus maldades. Ella se glorificó a sí misma y vivió rodeada de lujos, ahora denle la misma proporción de tormento y tristeza. Ella jactó en su corazón diciendo: Soy reina en mi trono. No soy ninguna viuda indefensa ni tengo motivos para lamentarme. Por lo tanto estas plagas le llegarán en un solo día, la muerte, el lamento y el hambre. Ella será totalmente consumida por el fugo, porque el Señor Dios quien la juzga es poderoso” (Ap. 18:1-8).   

            “Nunca más se oirá en ti el sonido de las harpas, los cantantes, las flautas y las trompetas. Nunca más brillará en ti la luz de una lámpara, ni se oirán las felices voces de los novios y las novias… La sangre de los profetas y del pueblo santo de Dios corrió en tus calles, junto con la sangre de gente masacrada por todo el mundo” (Ap. 18:22- 24).  No hay más boda en Babilonia, “la madre de prostitutas y de las abominaciones de la tierra”, solo oscuridad y llanto. Nunca era ciudad de bodas sino más bien de borracheras, fornicaciones y adulterios. En hermoso contraste, en la Ciudad de Dios, ¡sí hay Boda! Escuchad la celebración de los felices: “Entonces volví a oír algo que parecía el grito de una inmensa multitud que decían: ¡Alabado sea el Señor! Pues el Señor muestro Dios, el Todopoderoso, reina. Alegrémonos y llenémonos de gozo y démosle honor, porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero, y su novia se ha preparado. A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad, pues representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios” (Ap. 19:6-8). La gloria de este mundo pasa, sus relaciones íntimas son pasajeras, sucias y egoístas, pero en la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén, la hermosa novia de Cristo se ha vestido de lino blanco y puro para celebrar el prototipo de todas las bodas, consumida en relaciones puras y eternas con el mismo Autor y Fuente del amor.  

            Así se cierra la Biblia, con la tormenta de Babilonia, por un lado, y la boda en la Nueva Jerusalén, por otro. Babilonia, la granprostituta que corrompió el mundo con sus adulterios es condenada, mientras que Jerusalén, la Ciudad de Dios, la novia del Cordero, es coronada con la felicidad de estar al lado de su Amado para siempre jamás.