Fin

LA ÚLTIMA VISTA DE JEREMÍAS

“Los que escapen de la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, pocos hombres; sabrá, pues, todo el resto de Judá que ha entrado en Egipto a morir allí, la palabra de quién ha de permanecer; si la mía, o la suya” (Jer. 44:28).

Esta es la última vez que vemos a Jeremías en acción con los de su pueblo. El resto del libro son sus profecías sobre las naciones de alrededor. ¿Y qué ocurre en esta última escena? El pueblo está obstinado y afincado en su idolatría y Jeremías los está hablando de las terribles consecuencias de su pecado. ¿Qué hay de nuevo? Esto ha sido la tónica de su vida. Jeremías ahora es un hombre viejo. Ha sido llevado a Egipto contra su voluntad, ¡y sigue ministrando! Cuando estaba en Israel aconsejaba al pueblo a aceptar su castigo y rendirse a Babilonia e ir allí para sobrevivir en la cautividad. Les dijo que Dios les bendeciría allí y que ellos o sus hijos volverían a Jerusalén dentro de 70 años y que Dios les prosperaría de nuevo en Israel. Les dio una esperanza y un futuro. Pero muypocos le hicieron caso. Ahora está en Egipto y les está diciendo que dejen el culto a la Reina de Cielo, y que vuelvan a Dios y a Israel si quieren sobrevivir, pero ellos le dicen con toda la cara que no le creen.

Si tú fueses Jeremías, ¿qué harías? ¡Todavía están cuestionado su palabra como profeta! ¿No estarías harto? ¿No los “mandarías a la porra”? ¿No los abandonarías a su suerte? ¡Pero Jeremías no lo hace! ¿Cómo es posible que haya hombres como él? Esto no es natural para el género humano. Nuestra paciencia no aguanta tanto. No lo podríamos resistir. ¡Pero sigue teniendo paciencia con ellos y sigue dando pruebas que su palabra viene de Dios! Esta es la paciencia de Job en la prueba y la paciencia de los profetas: “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor” (Sant. 5:10). Esta es la paciencia sobrenatural de Dios. Es divina. Nadie tiene esta clase de paciencia sin la obra de Dios en él. Es la paciencia de Dios mismo que no quiere que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. En su misericordia Dios les da a este pueblo rebelde una última prueba que su palabra en boca de Jeremías es verdad para que dejen su idolatría y vuelvan a Él. ¡Este es el Dios del Antiguo Testamento! Muestra misericordia y gracia hasta el final. No se da por vencido. ¡Esto es amor! Es el eterno amor de Dios que no se rinde nunca.

En su gracia, Dios les manda una prueba para que vean que deben hacer caso a su profeta. Profetiza la muerte del Faraón, como dijimos ayer, y aconteció. Esto era para que reaccionasen y dijesen: “Nos hemos equivocado. La palabra de Dios en boca de Jeremías es cierta. Hemos de dejar de adorar la Reina de Cielo y volver a Israel y Dios nos cuidará”. Pero solo eran pocos los que volvieron. Gracias a Dios por estos pocos. Del remanente, un remanente se salvó. Así es en toda la Escritura. Los que se salvan son pocos. Jesús lo dijo: “Estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, ypocos son los que la hallan” (Mat. 7:14). No obstante, Dios mantiene la puerta abierta hasta el último momento, rogando que entren, y a su lado está su fiel profeta y amigo, el ya anciano Jeremías, los dos uno, unidos hasta el punto que la palabra del uno es la del otro, y los dos mostrando el paciente, misericordioso amor de Dios hasta el final.