1 Pedro 3: 3-4

Vuestro atavío no sea el exterior, de trenzado de cabellos y atavíos de oro, o de uso de vestidos lujosos, sino el del corazón, es decir, la persona interior, con el adorno imperecedero de un espíritu afable y apacible, el cual es muy precioso delante de Dios.

 

La Biblia Textual