EL DIOS DE ABRAHAM (2)

“¡Moisés, Moisés! Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (Ex. 3:5, 6). “Este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte” (Salmo 48:14).
Continuamos leyendo la vida de Abraham para meditar en cómo es su Dios y el nuestro, y lo que podemos esperar en su trato con nosotros.
Gen. 15. Dios entiende nuestras dudas. Cuando lo prometido tardó en llegar, Abraham preguntó cómo podría saber que un día se cumpliría. Dios le contestó que la seguridad es Él mismo. Su pacto es unilateral: depende solamente de su fidelidad a sí mismo.
Gen. 16. Dios prueba nuestra fe con sus demoras. El Dios de Abraham es el Dios del imposible. No necesita nuestra ayuda para cumplir su promesa. Cuando Sara lo intentó, el resultado fue Ismael: dolor, pero aun cuando nosotros fallamos, la promesa queda intacta.
Gen. 17. Dios vive en otra realidad. ¡Le sigue dando instrucciones a Abraham acerca de sus descendentes y profecías cerca del futuro de éstos cuando Abraham ni siquiera tiene un hijo! Y hace aún más complicado el cumplimiento de la promesa añadiendo que el niño nacerá de Sara. Sara era estéril y Abraham ya tenía 99 años. Nuestra fe con el paso del tiempo tiene que ir creciendo para abarcar más y más. Sus promesas son informes de lo que Él hará.
Gen. 18. Lo que Dios buscaba era una relación de confianza con Abraham en la cual éste podía expresarse libremente y Dios podía compartir Sus disgustos con confianza: Dios quería amistad. Vino a verle para tener comunión con él. Ratificó su promesa para Abraham y le confió sus planes para Sodoma y Gomorra. Lo que Dios desea con nosotros es un dialogo abierto.
Gen. 19. Dios escuchó las oraciones no verbalizadas de Abraham para su sobrino Lot, y le salvó milagrosamente cuando vino a destruir estas ciudades. Atiende a nuestras intercesiones más allá de lo que podemos imaginar.
Gen. 20. Abraham volvió a dejar a Sara en la estacada y Dios volvió a rescatarla. Podemos tropezar sobre la misma piedra dos veces, pero Dios no nos da por perdidos.
Gen. 21. Sara dio a luz a Isaac. Llega el día en que Dios nos da lo prometido. ¡No debe sorprendernos! Pero Ismael se tuvo que ir. Nuestras equivocaciones acarrean dolorosas consecuencias, pero aun en ellas hay misericordia: Dios salvó la vida de Ismael.
Prueba, tras prueba, tras prueba. Algunas veces victoria, otras veces, fracaso. Dios estaba perfeccionando su fe. ¡Cuánto nos cuesta aprender a confiar en Dios! La fe madura es la intimidad con Dios, la confianza, una profunda amistad. Esto es lo que Dios busca en nosotros también, la certeza de que Dios es Dios, insondable, sorprendente, ¡y mío!